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Sánchez:“Yo soy la bandera nacional”

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No siempre tiene una nación la dicha extraordinaria de contar con una historia donde, junto a miles y miles de héroes y heroínas, se erijan las figuras de tres padres de la Patria, uno de los cuales,  Franciscodel Rosario Sánchez, cumpliría este 9 de marzo 194 años de haber nacido en la ciudad de Santo Domingo.
 
Correspondió al joven Sánchez redactar en los primeros días de enero de 1844, el Manifiesto de Independencia que se publicaría días después.  Se conoce, a través de fuentes históricas, que Juan Pablo Duarte confiaba plenamente en quien llegó a ser el segundo jefe del movimiento independentista, cuyas actividades se encargó de propagar fuera de su ciudad natal.
 
Mucho habría que escribir en este día y siempre sobre el patriota que con apenas 27 años encabezó en la puerta de El Conde las actividades insurreccionales y esa madrugada del 28, cuando sus manos izaron la bandera nacional al amparo del lema:  ¡Dios, Patria y Libertad!, dejó fundada la República Dominicana.

Una vida de batallares, en la que se destaca su incansable y ávido afán por
servir a la patria. Destierros, angustias y esa frustración que consumió su alma al ver cómo todos los ideales independentistas daban al traste con  la anexión a España liderada por Pedro Santana.
 
Ni hablar de esos últimos momentos de su vida, reducido a prisión y desterrado otra vez por oponerse a Santana. Las traiciones y búsquedas incansables de ayuda para regresar a la Patria le llevaron a pronunciar la frase lapidaria, que aparece el 20 de enero de 1861, en su manifiesto: Yo soy la bandera nacional.
 
Otra vez la traición y la condena a muerte junto a sus compañeros. Franciscodel Rosario Sánchez  sólo pidió clemencia para sus subalternos, tras  asumir la responsabilidad de los hechos.
 
La metralla estalló en el viento, ese 4 de julio de 1861. Eran las cuatro de la tarde cuando el fundador y prócer de la República Dominicana cerró sus ojos y entró en la inmortalidad de la historia, esta que no puede dejarle morir al cabo de los siglos…

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