El timbre ordena el receso, los guardiamarinas siempre tienen algo que hacer, van apurados a distintos lugares. Los profesores nos acomodamos en un banco y surge el dialogo. Hoy el profesor Eugenio Martínez Casilla, egresado del Instituto Politécnico Loyola, San Cristóbal. Con su natural sencillez impulsa las neuronas a grato recuerdo de los versos enseñados por el padre Arturo Pérez Soba. SJ. A sus estudiantes de la clase de religión en séptimo y octavo curso.
Los Niños, a pesar de su inocencia, son los seres más orientados sobre la tierra, ya que siempre saben lo que quieren.
Los hombres, a pesar de su razón, son lo más desorientados sobre la tierra, pues sabiendo lo que es el bien, hacen el mal. Se compran con el oro y se destruyen con el hierro.
Estuvimos de acuerdo, nada de comentario y Eugenio se deja escuchar.
Conciencia nunca dormida,
Muda y pertinaz testigo,
Que no deja sin castigo,
Ningún crimen en la vida.
Más quien sacude tu yugo;
Al sumo hacedor le plugo,
Que a solas con el pecado,
Fueses tú, para el malvado,
Delator, juez y verdugo.
El elocuente loyolista no olvida a su ilustre profesor de gramática Don Juan Darío Gómez Sánchez que domina los idiomas latín y griego, que actualmente reside en Texas, Estados Unidos dedicado a la enseñanza, fueron años de grandes educadores, 1978. El timbre llama al aula. Así son las amenas peñas en la Academia Naval. Recuerdos gratos…
El autor es vicealmirante retirado de la Marina de Guerra.