Más que preocupante es la situación que, tras el desastre del terremoto de casi 9 grados en la escala Richter y el tsunami que se tragó la vida con voracidad terrible de miles de personas, cuyos cuerpos aún no han sido hallados, la situación de una posible emergencia nuclear en Japón estremece a ese pueblo y al resto de las naciones del mundo.
Según informan autoridades competentes, se han empleado todos los métodos
posibles, pero el fuego en los reactores y el material reactivo prosigue siendo un peligro mayor en Fukuchima y pese a que los habitantes más cercanos a las plantas nuclearles han sido evacuados, puede ser afectado todo ser vivo en alrededor de 30 kilómetros y más…
Las autoridades no descartan lo peor tras las fallas de los reactores nucleares.
Numerosos países, como los Estados Unidos, piden moratoria a la construcción de plantas, pues el espejo de Japón no ofrece una imagen confiable. Otros, como Alemania y Suiza suspendieron la construcción de plantas productoras de tales energías.
La pregunta sigue siendo cuán preparados están los territorios para enfrentar
situaciones de contingencia, semejante a la que tiene lugar en la planta nipona ante la magnitud de eventos naturales que pueden golpear a la tierra en
cualquiera de sus puntos, como terremotos y tsunamis.
Chernobil y sus fatales consecuencias siguen vivas en la memoria de la
humanidad. La nube reactiva en Japón implica decisiones políticas que no pueden tardar; la exposición radiológica peligra a pesar de las medidas extremas que se han asumido.
La lucha por el empleo de energías limpias y seguras lleva a todos los jefes de Estado a la mesa de las reflexiones. ¿Cuánto deberá cambiar el ser humano sus hábitos de consumo y producción en general? Hora es que cada gobierno entienda muy bien que los mega proyectos en los que andan sumidos deben responder a la seguridad humana y consecuente e imprescindiblemente, a la defensa del medio ambientes.