Las primeras imágenes heterosexuales que recordamos en la familia están
relacionadas con la madre y el padre. Durante la primera infancia son
inolvidables la maestra o el maestro, junto con cada estudiante que nos
acompañaba en nuestros juegos escolares. Luego, los cambios biológicos de la
adolescencia muy bien diferenciados para varones y damas. Las señoritas
reciben múltiples prejuicios inculcados acerca de su sexualidad, mientras que los hombres jóvenes, carecen de información adecuada a sus nuevas
características viriles.
Tales manifestaciones cobran vida en ejemplos expuestos por las y los
participantes de los cursos talleres sobre la aplicación del Modelo de
Equidad de Género, MEG 2003, para enriquecer y elevar la calidad del
cumplimiento del Plan Estatal de Desarrollo en Colima.
Dinámicas, ejercicios, técnicas participativas e interactivas, abren nuevos
puntos de vistas para valorar el asunto que influye en las apreciaciones de la realidad, especialmente cuando se refiere a la perspectiva de género, donde se aclara que atañe a hombres y mujeres por igual.
Es cierto que el género constituye una de las contribuciones teóricas más
significativa del feminismo contemporáneo como categoría analítica y
herramienta cultural, y demostró cómo identificar, detectar y explicar las
desigualdades entre hombres y mujeres en cada sistema social.
En la actualidad, existe un grupo adelantado de intelectuales de ambos sexos, que aplican cierto punto de vista para enriquecer el conocimiento parcial y excluyente impuesto por la tradicional cultura de masculinidad.
Desde 1955, John Money propuso el término “papel de género” para describir el
conjunto de conductas atribuidas a varones y mujeres. Más tarde, Robert
Stoller estableció con claridad, la diferencia conceptual entre sexo y género.
Los sistemas de género se entienden como conjuntos de prácticas, símbolos,
representaciones, normas y valores que las sociedades elaboran a partir de la
diferencia sexual, anatómico-fisiológica y que dan sentido a las relaciones
entre personas sexuadas, según aparecen en el Diccionario de Estudios de Género y Feminismos. Editorial Biblos 2008.
¿Dónde radica el asunto como práctica social? En asumir sin timidez, la
perspectiva en todos los sentidos, con carácter multidisciplinario,
intercultural para aceptar la diversidad y el complemento entre los seres
humanos.
Desde 1416, fue utilizado el término lingüístico perspectiva, en la
arquitectura y en las Bellas Artes, para recrear, dar profundidad y una
relativa posición de los objetos entre sí, y se define como el “conjuntode
circunstancias que rodean a quien observa pero que le influye en el concepto o juicio alcanzado.”
Para analizar el desarrollo del deber ser , para lo femenino y lo masculino,
en aras de identificar las nuevas relaciones humanas, será imprescindible alcanzar otras verdades encaminadas a visibilizar los cambios de actitudes acerca de la presencia de las mujeres en los movimientos políticos, sociales, culturales con ese nuevo punto de vista cultural.
No hay que temerle al uso racional de la Perspectiva de Género, para las
investigaciones históricas o políticas, incluido el lenguaje. Estamos en la
obligación social de reconocer las relaciones hombre-mujer en cada momento. En
la realidad están presentes las diferencias de raza, edades, sexos, etnias y
de género, hay que hacerlas visibles y desconstruir muchos esquemas de
inequidad impuestos por el poder patriarcal. Las normas tradicionales están
enrarecidas porque dentro del entramado social, aún no se tienen en cuenta.
El desarrollo en estos tiempos, exige asumir la perspectiva de género para
lograr la participación social sin discriminación ni omisiones excluyentes.
*Maestra en Ciencias de la Comunicación
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