Acerca de los libros de texto integrados (V)

El concepto de convergencia o integración disciplinar ofrece la posibilidad de enfoques más eficientes en la tarea pedagógica. Frente al carácter tradicional del currículo vigente en el área de Sociales, se abre la posibilidad de una recomposición creativa de contenidos, más abierta a las necesidades formativas de los niños y jóvenes de hoy. El enunciado de los ejes transversales me parece por completo adecuado para que el conocimiento trascienda un carácter aislado e inútil para fines formativos.
 
Tal como se enuncia en la metodología de los libros de texto integrados, la clave de su función innovadora radica en la integración de conocimientos múltiples y de derivaciones formativas que se plasman en los ejes transversales. Estos ejes permiten promover aptitudes de criticidad y capacidad de análisis, así como valores de compromiso social y disposición participativa.

El reto radica en promover destrezas intelectuales y compromisos éticos como elementos que confieren sentido al conocimiento histórico-social.

Resulta crucial, en el proceso de enseñanza-aprendizaje, conectar los valores y aptitudes señalados, con la adquisición de conocimientos. Para que el conocimiento incida en el desarrollo del sujeto y sus potencialidades debe pasar por la imbricación con tales ejes. Ahora bien, la función que se les acuerde debe ser motivo de revisión constante, lo que incluye la redefinición de su concepción y la posibilidad de que, en cada situación de enseñanza-aprendizaje, se puedan considerar otros ejes, como algunos de los definidos por el Ministerio de Educación, como el aprecio por la naturaleza, criterios de igualdad ante las manifestaciones de diferencias étnicas o de género.
 
Un segundo aspecto que parece fundamental en tal sentido es la continuación del criterio de convergencia de disciplinas a lo largo de todo el currículo, hasta la conclusión de los estudios de Media. Ciertamente que la división entre disciplinas resulta indispensable para la profundización en los conocimientos, pero debe incorporarse, en la medida de lo posible, un enfoque de integración.

Esto es importante en la medida en que contribuye a dotar a los alumnos de mayores aperturas para el análisis de las complejidades de la realidad. Es cuestión de buscar soluciones en las consultas que deben acompañar la redefinición del currículo. Este debe comprender un componente permanente que conecte disciplinas y contribuya a generar campos de conocimiento integrados. La parcelación en disciplinas delimitadas debe ser siempre relativa y estar acompañada por enlaces entre ellas y por ámbitos de plena integración.
 
En el ámbito de las Sociales, una visión como la que se propone en estas notas conllevaría a que el conocimiento de la sociedad esté conectado con el de la naturaleza, a fin de situar con mayor justeza la situación del ser humano en la realidad y el carácter inherente del ser humano en el interior de la naturaleza y su interacción con ella.

Una posible entrada del niño al mundo de la sociedad puede comportar, para fines de currículo, una doble aproximación: la primera a partir de su entorno inmediato, de forma que la iniciación consciente en el mundo se acompañe por categorizaciones progresivas a partir de realidades visibles de la sociedad, como la familia, el vecindario, la localidad, las instituciones estatales, los grupos sociales y culturales, etc. Este propósito está plasmado en los libros de texto integrados de manera que me parece magnífica y que revela un auspicioso componente de sus innovaciones. En los primeros de estos libros no se enseña en sí Ciencias Sociales, como debe ser, sino que se acompaña al niño hacia la percepción de su entorno natural y social. En los niveles superiores, al tiempo que se van introduciendo disciplinas, nociones y aptitudes correspondientes con las edades, se debiera mantener la vinculación con la realidad circundante, cada vez más amplia. La vida de una comunidad pequeña, para poner un ejemplo, no puede desligarse de la agricultura, y la misma conlleva la comprensión del funcionamiento de las plantas, como una posible entrada atractiva a la Botánica.
 
A partir de un momento dado, ya iniciado el alumno en la visualización de la realidad, procede emprender el camino inverso desde lo más general, el universo.

La historia humana quedaría así inserta como parte de la evolución, sin inicio ni final, de la realidad material. Desde un ángulo científico, no hay mejor manera de comprender la historicidad que como parte de la naturaleza. La aproximación remite a la formación del sistema solar y la evolución del planeta Tierra, medios de introducir a la Astronomía y a aspectos de la Física y la Química. Un siguiente escaño estribaría en el inicio y evolución de los seres vivos, medio para iniciaciones en la Biología y disciplinas más particulares, como la Botánica y la Zoología. El ser humano quedaría enmarcado como una realidad de la naturaleza, en evolución desde los primates hasta los procesos de humanización de los últimos millones de años. De manera atractiva, los niños tomarían conciencia del estatuto natural, animal, de la humanidad a través de la evolución de los hombres-fósiles.

Procedería ahí introducir hitos de la humanización para tornarla comprensible, siempre en la interacción con el medio natural, como la cacería, el dominio del fuego, el trabajo, las herramientas de piedra tallada, el lenguaje, el pensamiento, las posibles primeras fórmulas de asociación social.
 
Ese viaje por el tiempo podría tener una primera conclusión con componentes  de lo que se entiende hoy por “historia”, por oposición a la “prehistoria”: la agricultura y la ganadería, el dominio de los metales, la rueda, la escritura, las religiones institucionales, las ciudades y las primeras formaciones estatales. Esos recorridos tienen por énfasis procesos, y no hechos particulares, conceptos y nociones, y no datos. Deben ir dirigidos a contribuir a la gestación de nociones acerca de la sociedad. De la misma manera, deben ir proveyendo recursos para los procedimientos que permiten la interpretación de los procesos histórico-sociales.

Todo esto sugiere un recorrido por la historia sustentado en procesos globales y complejos, con escasos datos particulares en una primera instancia, como puede ser las cronologías de la evolución de la humanización y de algunos de sus hitos. El razonamiento y la captación de procesos sustituyen la memorización y la narrativa tradicionalista, que tan pocos resultados dejan en la vida ulterior de los sujetos. Las posibilidades de enfoques integrados quedan abiertas a las elaboraciones creativas dentro de los libros.

Una revisión del currículo debe dejar en clara la continuación de la ruta desde la generalidad hacia la particularidad. Así, aunque la historia dominicana resulta estratégica para la ubicación de los sujetos en su entorno existencial y político, la trayectoria de lo general a lo particular recomienda que esté enmarcada en el énfasis en la historia general y en sus facetas de historia mundial y de América Latina. Sin los procesos en general del neolítico, la comunidad taína resulta incomprensible; sin la Edad Media europea, no se comprenden los móviles de la implantación española, las instituciones y las relaciones sociales coloniales.
 
Una primera aproximación a la historia dominicana puede y debe hacerse a partir del método de acercamiento al entorno, como extensión del mismo hacia la consecución de la noción de pueblo y nación. Así se comunicaría la formación del pueblo dominicano, a partir de sus rasgos visibles de color, o la  constitución del pueblo en nación desde el siglo XIX. Debo señalar que algunos de estos enfoques se hallan presentes en el cuarto nivel de los libros integrados, pero todavía en una discursiva susceptible de grandes mejorías.

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