La historia le ha brindado al Dr. Leonel Fernández la oportunidad de ser el gobernante de las grandes transformaciones políticas en la República Dominicana. El empeño de propiciar una Constitución que se ajustara a los nuevos tiempos debió ser sin lugar a dudas su principal aporte; se entendía que este empeño serviría de inspiración y orgullo para las generaciones venideras.
La idea de embarcarse a una tercera repostulación sucesiva, tira por la borda el logro conquistado. La ilegalidad de sus acciones, censuradas por la Constitución que el apadrinara, lo colocan en un paredón de fatales consecuencias. Parecen no entender el y los suyos que la historia no da oportunidades con frecuencia; unas coyunturas especiales reinaron para Leonel en anos pasados, pero hoy esas coyunturas ya no existen y el encanto de ayer se ha perdido con el tiempo.
El acto del domingo; asqueante, ante tantos genufléxos que aclamaban al caudillo como si fuese el último de los Césares, quién además insultó la inteligencia colectiva al participar en un acto de financiamiento millonario, cuando una semana antes había anunciado a la nación de la urgencia de un plan nacional de austeridad inmediata.
El poder ha embriagado al presidente y a los suyos. No lo expresó claro, pero podía leerse entre líneas, proclamarse claramente el domingo era un choque frontal con la Constitución, y él por lo menos sabe guardar las apariencias, este fue el primer paso y los promotores del proyecto reeleccionista tienen cancha abierta para este despropósito.
Entienden los reeleccionistas que los que se oponen a este absurdo, lo hacen porque según ellos, es el presidente una carta de triunfo de su partido y eso asusta a los demás y cuan equivocados están; lo que ocurre es que una repostulación de Leonel Fernández produciría una crisis política de impredecibles consecuencias. Si gana pierde, porque la gobernabilidad se haría trizas como ocurrió con Fujimori en el Perú y esa es una preocupación generalizada.
Porfirio Díaz en México, cayó porque no supo abrir las compuertas políticas a las fuerzas que su propia modernización habían potenciado y no condujo con acierto su sucesión presidencial y como esto hay muchos ejemplos que se podrían señalar en otras latitudes.
Porfirio Díaz al pretender perpetuarse en el poder provocó la revolución social mejicana a principio del pasado siglo, renunció forzosamente en el 31 de mayo del 1911, abandonó la capital mejicana con sus familiares y amigos escoltado por las tropas del general Victoriano Huerta, se embarcó en el vapor Ipiranga en el Puerto de Veracruz que lo llevó a Francia para no volver jamás a México; así terminó el Porfiriato. Quiera Dios que Leonel Fernández si insiste no corra la misma suerte ¡Dios lo libre!