Respiramos un aire viciado por las malas acciones de los que debieran ser el buen ejemplo. No nacimos y crecimos para transitar una vida de perversidades, necesitamos un aire fresco, puro de honradez, y deberes de buenos ciudadanos.
Vivimos acosados por las funestas consecuencias de la corrupción protegida por su diosa la impunidad. Es común ver por la televisión como indican los actos de los corruptos enriquecidos por el saqueo consuetudinario del erario público.
Este no es el destino del ser humano, soportar abusos que van en aumento. ¿Dónde está la moral del servicio público?
Necesitamos el ejercicio de la honradez en todos los lugares y momentos. Se cree que la honradez tiene que ser únicamente con el dinero. No solo se deja de ser honrado cuando se sustraen bienes materiales. Ser honrado es reconocer los valores de los demás, cumpliendo nuestras obligaciones.
Estamos encadenados al recibir lo que no hemos puesto, la razón nos dice: Recibimos de la vida sino aquello que hemos decidido en ella. ¿Hemos cometido nepotismo, peculado?
Detuve el bolígrafo y se me presentó el juicio contra Sócrates. Antisteves le dijo al juez: “Cuando un pueblo no distingue los hombres buenos de los malos, está perdido. Esto contesta la pregunta.
Si nos conocemos debemos aplicar la razón al momento de tomar la decisión. Nos engañamos al considerar los factores que intervienen en la toma de decisión. Este es el gran mal.
El sacerdote Mateo Andrés refería que un joven se le acercó desesperado y le dijo que ya no soportaba a su esposa, que se iba a divorciar. Yo le dije querido ve al paseo del mirador sur con una libreta y un bolígrafo; en tranquilidad escribe las cosas buenas y malas de tu señora, piensa y decide.
Al otro día vino sonriente: Padre no me voy a divorciar Ella tiene más cosas buenas y muy poca malas.
Dominicano: no olvides, el pasado, el presente analiza el decir y al actuar te encontrará con la moral hipócrita.
La vida debe ser una lucha constante del bien hacia los demás, practicarlo con amor y la armonía cubrirá la faz de la tierra. Vivimos en la cuerda floja, nos hemos olvidado de nosotros mismos, aferrados a las vanas necesidades que da prioridad, lo esencial, lo principal es la práctica, la vida del amor.
Las necesidades materiales nos enredan, las preocupaciones y afanes nos encierran en un círculo dañino, son las causas de nuestra perdición. Hay que estar alerta razonar, tener en cuenta lo que conviene y no caer en el camino de lo material.
Si vivimos en el amor este se esparce como semilla productora de bien para todos.
La vigilancia de nuestro esfuerzo, el trabajo, la cooperación, todo en la comunicación constante con Dios. Urge el auto-análisis, solo así podemos mejorar, modificar, edificar un bello amanecer en un día radiante de felicidad.
El autor es vicealmirante retirado de la Marina de Guerra.