Este 5 de abril el país conmemoró el Día del Periodista y muchas reflexiones hubo sobre la mesa de las conversaciones. El Poder Ejecutivo pensionó a un grupo de comunicadores cuyas vidas y obras han estado dedicadas al ejercicio de este noble oficio. Los comentarios de conductores de espacios televisivos y radiales coincidieron en destacar que ha sido Leonel Fernández el Presidente de la República Dominicana que más se ha preocupado por apoyar a estos obreros de las letras, dedicados a una función de gran trascendencia para el desarrollo de la sociedad y la comprensión de cada hecho que acontece cada día, aún con peligro para sus propias vidas.
En México, trabajadores de los diferentes medios de prensa se preguntan hoy en día ¿cómo reflejar los hechos de violencia? Y un acuerdo inédito para una situación sin precedentes les llevó a asumir nuevos métodos o acuerdos para reflejar la lucha contra el narcotráfico y otras realidades que abaten a esa nación y otras en la América Nuestra.
¿Cómo, cuándo, en qué espacio y cuántas veces? se preguntan allá y acá, debe un periodista informar lo que sucede en la sociedad y ¿qué hay que hacer para preservar la seguridad e integridad de sus vidas? Algunos opinaron que sería factible no firmar las notas y no reportar desde el lugar de los hechos donde han tenido lugar muertes por sicariato, redadas a narcotraficantes u otras acciones de esta envergadura.
Los tiempos que vivimos sellan esa misión de soldado que tiene el periodista donde quiera que esté, aún al costo de cualquier riesgo y como recuerda el colega Carlos Alvarado con palabras del Maestro: ¨No hay monarca más poderoso que un periodista honesto”.
No sabemos cuánto más habrá que arriesgar para consolidar ese ser: “útil, sano, elegante, oportuno, saliente. En cada artículo debe verse la mano enguantada que lo escribe, y los labios sin mancha que lo dicta. No hay cetro mejor que un buen periódico".
Y Ojalá cumplamos esa máxima que así describió el Poeta: “El periódico debe estar siempre como los correos antiguos, con el caballo enjaezado, la fusta en la mano, y la espuela en el tacón. Al menor accidente, debe saltar sobre la silla, sacudir la fusta, y echar a escape el caballo para salir pronto y para que nadie llegue antes que él”.
Sin olvidar: “desobedecer los apetitos del bien personal, y atender imparcialmente al bien público. Debe ser coqueta para seducir, catedrático para explicar, filósofo para mejorar, pilluelo para penetrar, guerrero para combatir”.
Todo esto debe ser y hacer un buen periodista.
