Existe un libro fascinante; interesante, que pudiera ser de lectura obligada para todo político y por estudiosos del comportamiento humano; se titula “En el poder y en la enfermedad”, escrito en los años 70 por el médico neurólogo David Owen quien, además, incursionó en la política desempeñándose como ministro de salud y ministro de relaciones exteriores del Reino Unido.
En esta obra, Owen describe la patología que afecta a ciertos políticos con responsabilidades jerárquicas de gobierno, que se aferran con unas y dientes del poder, indicando que este mal se presenta en una prima fase bordeando la megalomanía y concluye con la paranoia, entendiendo que este trastorno psicopatológico debería estar contemplado en el Manual de diagnósticos y Estadísticas de los trastornos Mentales, conocido por sus siglas en ingles como el DSM que auspicia la Asociación de Psiquiatría Americana.
Considera el galeno Británico que esa intoxicación de poder, podría ser causada por el síndrome de Hybris, que en la concepción Griega era etiquetado a los héroes que vencedores de las grandes batallas conquistaban la gloria y que borrachos de poder y éxito, empezaban a comportarse como dioses y se creían capaces de cualquier cosa. Eran ellos, solo ellos, o que entrara el mar.
Establecen estudios acerca del síndrome de Hybris que las elecciones subsecuentes de líderes democráticos, suelen incrementar las posibilidades del desarrollo de este síndrome y que este tipo de enfermedad afecta, como es lógico, las decisiones políticas que se toman y que en la mayoría de los casos terminan siendo de resultados muy peligrosas y por demás catastróficas.
Los gobernantes atacados por este síndrome según relata Owen, dejan de escuchar, se vuelven imprudentes, entiende que solo sus ideas son correctas, jamás reconocen sus errores y prefieren rodearse por una legión de genufléxos cabezas huecas que no vacilan en felicitarle hasta en sus equivocaciones, reiterándole de lo imprescindible de su mesiánica presencia al frente de la conducción de los destinos del Estado.
Realmente, no todos los hombres están destinados a alcanzar el poder político, los gobernantes son seres humanos, sienten y padecen igual a cualquier mortal y la salud de estos siempre se maneja como un secreto de estado; pero ante el panorama político que vivimos los Dominicanos y el empeño contra viento y marea del presidente Leonel Fernández de seguir en la silla de alfileres, entiendo que es menester hacernos la siguiente pregunta… estará padeciendo Leonel Fernández del síndrome de Hybris?