Atlanta.- El número de donantes hispanos en EE.UU. ha aumentado gracias a campañas educativas en español, sin embargo, este esfuerzo aún no es suficiente dadas las necesidades de órganos y tejidos que hay en el país.
Según la United Network for Organ Sharing (UNOS, por su siglas en inglés), 110.667 pacientes en Estados Unidos, incluyendo Puerto Rico y las Islas Vírgenes esperan por un trasplante. De ellos, por lo menos 13.000 son hispanos.
Recibir un órgano es casi un milagro como ocurrió en el caso de Martina Castañeda, quien hace tres años recibió un riñón.
"Me hablaron del hospital de Emory (Georgia) y me dijeron que tenía un regalo de Dios, estuve en lista de espera tres meses, fue una bendición", dijo la hispana a Efe.
En Georgia, por lo menos 3.000 pacientes están a la espera de una donación, señaló Carlos Castro, coordinador del enlace para donantes hispanos de la organización Life Link.
"En 2006, por cada 60 personas que expresaron su deseo de ser donantes en Georgia, 4 eran latinos, lo que subió en 2010 a 8 (por cada 60)", destacó Castro, quien asegura que las principales causas de tan bajas tasas de donantes latinos son la falta de información y los mitos religiosos.
Castro dijo que muchos hispanos se preguntan si al donar un órgano podrán resucitar en el juicio final al estar incompletos a lo que el coordinador contesta que, como ya ha señalado la Iglesia Católica, la resurrección es espiritual y no física.
Castañeda agregó por su parte que también ha escuchado que las personas creen que si se convierten en donantes y sufren un accidente lo más probable es que los maten para extraerles los órganos.
Según la doctora Leticia White no existe ningún hospital que admita órganos sin una preparación médica comprobada y adecuada, pues pueden presentarse contaminaciones de los tejidos implantados o incompatibilidad entre las glándulas que generen un rechazo.
"Después de que el cuerpo está preparado se pasa a una sala esterilizada para luego recuperar los tejidos", aseguró.
Pero no solo la falta de donantes hace que muchos pacientes mueran mientras esperan un órgano, también los altos costos de las cirugías se convierten en un obstáculo para seguir viviendo.
Por ejemplo, un trasplante de corazón puede costar entre 50.000 y 287.00 dólares dependiendo del hospital. Y el de un riñón podría alcanzar hasta 51.000 dólares.
Castañeda lo vivió y también vio como otros pacientes no soportaban la espera y morían, por eso para ella el mejor regalo fue el le hizo la familia del donante de su riñón pues ha sido una segunda oportunidad para disfrutar la vida.
"Mi vida cambió, ahora puedo hacer cosas que no podía hacer cuando estaba en diálisis, cosas como nadar o ir a la playa, ahora es una felicidad estar en una alberca", afirmó.