Los niños aprenden, con el tiempo, a realizar funciones mentales complejas que les permiten hacer planes y anticiparse a lo que va a suceder con el objetivo de cumplir un objetivo propio.
Todos los chicos desarrollan estas capacidades pero cada uno lo hace a un ritmo y a un nivel distinto. Esta diferencia podría deberse a la influencia de la mamá en la interacción con su hijo, según un estudio realizado en Canadá y Estados Unidos.
Esta investigación, llevada a cabo por la Universidad de Montreal y la Universidad de Minnesota, se enfocó en las llamadas funciones ejecutivas, que son un conjunto de habilidades cognitivas que contribuyen a lograr una meta los más eficientemente posible. Estas capacidades incluyen, por ejemplo, el control de los impulsos, la memoria y la flexibilidad mental.
Estas funciones se desarrollan entre las edades de 1 a 6 años, pero la capacidad de los niños varía mucho entre uno y otro. El estudio publicado en la revista Desarrollo de los niños concluyó que estas diferencias podrían relacionarse con el rol que juega la madre.
Los investigadores trabajaron con 80 madres y sus hijos, todos pertenecientes a la clase media de Canadá. Observaron a fondo como jugaban juntos (por ejemplo, resolviendo rompecabezas), para analizar si las diferencias en la interacción podrían explicar los distintos niveles en el desarrollo de las funciones cognitivas.
Los chicos que al año y medio o dos años resolvieron mejor las tareas que requerían el uso de sus funciones ejecutivas fueron aquellos cuyas mamás:
“Nuestro estudio brinda información sobre el rol de los padres en el desarrollo de habilidades que son importantes para el éxito posterior en la escuela y en la competencia social”, sostuvo Annie Bernier, la autora principal.