Recuerdo con bastante claridad cuando comencé los estudios secundarios (1944) y despertó el interés por la lectura. Una calurosa noche en el Ateneo, leyendo al barón de Montesquieu sentía que éste tocaba las energías del pensamiento con su libro Espíritu de las Leyes.
Estaba tan penetrado que me parecía escucharlo diciendo: Néstor te estoy mostrando las diversas relaciones que las leyes pueden tener con distintas cosas, son las relaciones que surgen de la naturaleza de las cosas.
Puntualizó, es la naturaleza relativa de la moral y de la ley, teniendo en consideración como se desarrollan de acuerdo a las circunstancias del cultivo general, especialmente de las facultades humanas.
Se me presenta este encuentro con Montesquieu al dejar de mirar mi interior, voy a lo externo camino tratando de entender los hombres de las leyes, a través de sus propias personas, la que me dejan ver en sus alegatos y pasiones. Analizo las ponencias acerca de la ley orgánica del Tribunal Constitucional y del Consejo Nacional de la Magistratura.
Entro en la tenacidad y constancia. No veo claridad de las virtudes sociales, más bien de la moral, está evidente Montesquieu que se opone a Poder Frena Poder.
Como crecí guiado por el ejemplo y carácter de un padre aferrado a lo legal, la obediencia, lo justo y lo honesto vivo impulsado a sentirme mal, en desacuerdo como ciudadano dominicano por las acciones que ignoran, vapulean el contenido de la Constitución.
Sigue latente el apóstrofe a Torquato: ¿no comprendes que la naturaleza ha de ser muy fuerte para que vosotros, que todo lo réferis a la utilidad, obréis de tal modo que vuestros actos parecen responder a la obligación del interés? ¿no comprende que la naturaleza es más fuerte que una mala teoría?.
Duarte vive: La ley es la regla a la cual deben acomodar sus actos, así los gobernados como los gobernantes.
El autor es vicealmirante retirado de la Marina de Guerra.