Con la certificación de más de 4 mil delegados en la XXIX Convención Nacional Extraordinaria del Partido de la Revolución Dominicano (PRD), fue proclamado como candidato a la presidencia de la República Hipólito Mejía, a quien le dieron, según los estatutos, todos los poderes previsibles- o no-, para realizar alianzas, coaliciones, etc, en virtud de enriquecer y fortalecer el proceso eleccionario de dicha organización política para las elecciones de 2012.
De manera que el PRD se apura, afianza sus interioridades y Miguel Vargas Maldonado, en su condición de presidente del partido, asume su posición “con elevado espíritu fraterno” y desde la esquina de la pérdida de su precandidatura, presenta a su otrora contrario, llama a la unidad “para garantizar la victoria” y levanta las banderas de la posible gobernabilidad política.
En tanto, la prensa nacional publica que la “neutralidad de leonelistas crea preocupación en PLD”. De manera que los blancos toman la delantera y los morados siguen en ese contexto que no acaba de fundirse para enfrentar la embestida contraria.
Puede que se cumpla el refrán de “los postreros serán los primeros…” o viceversa. Sigue sobre el tapete lo planteado por el Maestro, acerca de que lo real en política es lo que no se ve. Algunos especialistas en el tema dicen que la mayoría ve con grandes simpatías la elección de Mejía, y aseguran que no es el mismo de 2002, pues muchas de las cosas que se tildaron como errores de su gobierno se ven diferente en estos tiempos. Resaltan al PRD “más unido” que el PLD y un Hipólito “renovado”, con un rostro que aprendió de sus errores y es “buscado y aprobado por el pueblo dominicano”.
¿Mala suerte de Danilo Medina? Sin duda, lo que aflora en estos momentos es la debilidad para su selección, basada en la división de los peledeístas que no pudieron “imponer” la reelección de Leonel Fernández, o la figura de la Primera Dama.
De todos modos, el “pacto de Nación” del cual habla Medina, para poder ejecutar medidas a largo plazo, como es el tema de la educación, resulta más que necesario. ¿Cuánto priorizarán los que asuman el poder estas imprescindibles llagas aún no curadas de la sociedad dominicana? ¿Cuánto variarán las realidades en lo inmediato? Veremos, el tiempo impondrá las realidades.