Los partidos políticos son estructuras construidas para acceder al poder con el objetivo primario de ayudar a conducir a la sociedad por senderos de prosperidad y de modernidad, y cuando un determinado partido político pierde de vista ese objetivo primario pierde el apoyo de la sociedad.
El Partido Reformista nunca fue un partido verdaderamente ideológico, ni organizado, ni estratificado, sino un conglomerado de ciudadanos que, vestidos mayormente de rojo, nos aglutinábamos alrededor del líder político más intelectual y más carismático que ha tenido la Rep. Dominicana en los últimos cien años. Y eso era suficiente para llegar al poder con Balaguer.
La sociedad dominicana siempre confió y respaldó a Balaguer por ser el artífice del desarrollo y del progreso de un país donde los escasos recursos del presupuesto nacional permitían el crecimiento económico de la gente pobre, de la clase media, del sector agropecuario, del sector industrial, del sector construcción, del sector turístico y hasta del sector minero.
Pero el Partido Reformista siempre se manejó como la familia donde todos dependen de lo que decide, de lo que hace y de lo que produce el padre, y cuando el padre muere el caos se adueña de toda la familia y nadie sabe qué hacer ni hacia dónde ir. Así anda hoy lo que queda del PRSC.
El Partido Reformista Social Cristiano ha caído tan bajo como al 4%, y aunque tiene una gran oportunidad de levantarse y recuperar el apoyo de sus militantes, de sus simpatizantes y del resto de un electorado dominicano donde hay 3 millones de personas que hoy no tienen candidato definido, el PRSC sigue extraviado en medio de un laberinto de indecisiones y de frustraciones.
Después de la muerte de Balaguer, el PRSC ha llevado candidaturas que no han llenado las expectativas de los reformistas, ni mucho menos las expectativas del pueblo dominicano, porque ningún pueblo se siente atado de por vida a un determinado partido, sino que la gente busca un candidato que pueda exhibir capacidad intelectual, buen discurso, credibilidad, confianza y carisma, porque el pueblo espera que el presidente ayude a mejorar las condiciones de vida de la gente.
Pero el PRSC, disminuido hasta el 4%, en lugar de salir a preguntar qué tipo de candidato es el que quiere la gente, se empeña en darse el lujo de escoger atropelladamente a un candidato en un proceso cerrado y de espaldas a la sociedad, simplemente porque a un grupo de empleados así les da la voluntad, lo que podría llevarle a volver a reducirse a la mitad.
Y la excusa justificativa de los reformistas que promueven un proceso cerrado es que unas primarias pueden ser contaminadas por los partidos competidores, y que las anteriores primarias dividieron y empequeñecieron al Partido cuando Jacinto perdió y se fue, y cuando Eduardo perdió y se fue, olvidando que cuando Augusto Lora se fue, el PR ganó con Balaguer; que cuando Julio César Castaños se fue, el PRSC ganó con Balaguer; y que cuando Fernando Álvarez Bogaert se fue, el PRSC ganó con Balaguer. El problema no es de primarias, sino de un buen candidato.
Y la pregunta obligada es por qué el PRSC ganaba con Balaguer, y llegó a gobernar durante 22 años, y por qué nunca ha ganado sin Balaguer, pues hasta para que Leonel ganara en el 1996 necesitó del respaldo del tan criticado Balaguer, y para proclamar a Hipólito en el 2000, sin haber obtenido el 50% más uno, se necesitó la opinión de Balaguer, opinión que pesó más que la propia Ley Electoral. Si Balaguer hubiese decidido apoyar al PLD en una segunda vuelta electoral, es posible que Hipólito hubiese corrido la misma suerte electoral de Pena Gómez en el 1996.
Eso quiere decir que desde 1966 hasta el presente, con excepción de Antonio Guzmán (1978-1982) y Salvador Jorge Blanco (1982-1986), todos los gobiernos han estado en manos de Balaguer o han subido con el apoyo de Balaguer y su partido, pero el PRSC no ha sabido aprender las estrategias de Balaguer y hoy sus decisiones son cada vez más erráticas y menos políticas.
En la asamblea de la Comisión Política del pasado domingo 8 de mayo hubo dos posiciones muy bien definidas en cuanto a la metodología de escogencia del candidato presidencial reformista: la presentada por los seguidores del distinguido canciller Ing. Carlos Morales Troncoso quienes pedían una asamblea de delegados; y la presentada por los seguidores del Lic. Amable Aristy, los seguidores del Lic. Ito Bisonó, los seguidores del Dr. Ricardo Espaillat y los seguidores del Ing. Osiris de León, quienes planteaban unas primarias.
Con el azuzamiento de Quique, administrador del BNV, y el voto de miembros del cuerpo diplomático, se impuso la modalidad de asamblea de delegados, porque, según Quique, los precandidatos no tienen gente porque no han hecho subir al Partido, olvidando que cuando Quique asumió la presidencia del Partido teníamos un 25% y cuando lo entregó teníamos un 4%.
Y habría que preguntarle a Quique si el resultado hubiese sido el mismo si el Lic. Amable Aristy siguiera en la Liga Municipal y tuviese empleados a muchos miembros de la Comisión Política, si el Lic. Ito Bisonó fuese ministro de Turismo y tuviese empleados a muchos miembros de la Comisión Política, si el Dr. Ricardo Espaillat fuese ministro de Salud y tuviese empleados a muchos miembros de la Comisión Política, y si el Ing. Osiris de León fuese ministro de Obras Públicas y tuviese como empleados y contratistas a muchos miembros de la Comisión Política.
De seguro que el resultado de la Asamblea hubiese sido totalmente diferente y la posición de Quique también hubiese sido totalmente diferente. Porque hay dirigentes que no piensan en su nación, sino en su fogón.
El PRSC se encuentra extraviado en medio de un complejo laberinto, y mientras más vueltas da, más se aleja de la puerta de salida que le lleva a reencontrarse con la angustiada sociedad.
Qué pena que un partido político que ayer fue tan grande, hoy se conforma con unos pocos empleos que le han llevado a ser un partido tan pequeño, mientras las bases de este Partido están tan anestesiadas como el resto del pueblo dominicano.