El progreso comienza en las aulas, y el candidato por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), intenta enfocar así los caminos de su elección y para acabar con la violencia callejera, según afirmó en una comparecencia televisiva la activa militante de esa organización partidista, Peggy Cabral, quien apuntó que la inseguridad ciudadana podría tomar otro camino si el partido blanco asumiera el poder, porque “el PRD tiene experiencias y esta es una deuda que tenemos con el pueblo dominicano”, dijo.
En verdad, todos los partidos que aspiran a la máxima posición del poder político en República Dominicana tienen una larga deuda, incumplida durante lustros, tanto con la educación, la salud, como en otros sectores vulnerables de la población.
Si bien hay hombres y mujeres con destacada trayectoria política y compromisos éticos y morales en el país, sería factible recordar lo que la dirigente partidista subrayó, en el sentido de que para “hacerlo bien” hay que tener muy presente la responsabilidad de quienes fueron como hermanos de José Francisco Peña Gómez: y nombró a Vargas Maldonado e Hipólito Mejía, quienes al parecer olvidaron por un tiempo la hermandad entre sí.
“No podemos darnos el lujo de dividirnos. Como políticos tenemos esa obligación”, fue otra de las frases pronunciadas por Peggy Cabral y finalmente, hizo una válida reflexión para todos y todas: si el PRD perdiera, la frustración admite que deberán esperar una nueva generación y, sin duda, habría un debilitamiento. “Habría que tener mucho ánimo para volver a empezar”.
A los fallos del partido gobernante se refirió Cabral, esencialmente a no haber dado respuesta a las necesidades de la población y a las denominadas tarjetas de Solidaridad- nacidas, según expuso-, con Milagros Ortíz Bosch y ella misma, mientras estaban en el gabinete de poder, dirigidas a los lugares más empobrecidos:”Ahora aparecen, sobre todo cuando andamos en campañas políticas”.
No sólo de tarjetas de Solidaridad se habla en estos días…Promesas y compromisos se multiplican en voces que recuerdan el añejo corillo de “¿quién ofrece más…?”.