Los expertos, es decir, aquellos que frente a cualquier dilema tienen tres respuestas: -puede ser, es posible, eso lo ignoro-; han lanzado la propaganda de que tienen al mulo prerredeísta embozado para controlar sus corcoveos. Aseguran- e Hipólito Mejía se lo repite a la prensa cada vez que tiene la oportunidad- de que ya está controlado, calmado y que no lo verán en sus acostumbradas metidas de patas.
Tres prestigiosas universidades norteamericana hicieron un estudio con gentes que habían sufridos grandes transformaciones en sus vidas, como por ejemplo, haber pasado de muy pobre a muy rico, o de ignorados totalmente a famosos. Lo que hallaron fue que ninguno de los involucrados en los grandes cambios pudo soportar su salto de conducta por más de seis meses. Es decir, pasado ese período volvieron a comportarse como lo habían hecho toda su vida, volvieron a ser quienes habían sido.
Cuando Leonel Fernández asumió la presidencia por primera vez, los cocineros de Palacio empezaron a llenarle su estómago con los mejores manjares. No habían pasado tres meses cuando Leonel llamo a Julio Boll, su asistente personal, y le dijo: profesor, vaya al Conde y tráigame uno de jamón y queso y una batida de lechosa…Profesor, y cada vez que yo esté aquí en Palacio, haga eso.
Yo creo que es preferible dejar a Hipólito cometer sus sinceras metidas de patas y no andar con él como se anda con un mulo bien mañoso. El sentido común nos dice que cuando Hipólito Mejía cometa sus errores, que sean de él, no tendrá problema en reconocerlos, y quizás corregirlos, o pedir perdón, que es lo único que se puede hacer una vez las cosas se hicieron.
Pero si los errores que comete, si las metidas de patas que cometa, son el resultado de que está siguiendo los consejos de los expertos, de que está respondiendo al bozal que le han puesto, entonces se enfurecerá como todo mulo, y lanzará rayos y centellas contra su entorno y se negara a pedir perdón diciendo que eso no era lo que él quería hacer o decir…
Los mercados financieros saben muy bien, los beneficios que dejan los presidentes revoltosos, volubles, por eso lo financian tan alegremente. El yanqui George Bush les dejó más de 800 mil millones de dólares con las llamadas burbujas. El PRD es revuelto y brutal en esencia: y su historia demuestra que Hipólito Mejía es el menos revuelto y brutal que han tenido, por lo menos este no se mató en Palacio. Prefiero al Hipólito real que al maquillado, porque si alguien les asegura que Mejía ha cambiado, créanme, es un charlatán, sin importar los títulos que tenga o de la universidad que venga.
Dejen a Hipólito Ser
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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