Pensando antes de impulsar el bolígrafo se me presenta el filosofo Aristodemo: “El dinero hace al hombre y ningún pobre fue nunca noble ni honrado”. ¡Oh Dios que enfermedad espiritual!
Debemos preservar en el diario accionar un mayor esfuerzo para evitar que la fiera que llevamos dentro sea creadora de tantas perversidades para el propio enriquecimiento. Un gran mal es la vigencia de impunidad que protege la deshonestidad y a los feroces consuetudinarios enamorados de lo ajeno.
Que la tierra calle al paso de los honestos, y que grite a los que la pisotean con la corrupción. La tierra de patria está obligada a repudiar a los entronizados en el robo del dinero para la salud, educación y seguridad.
Que se apliquen los deberes que exige el bienestar de todos y abandonen el camino de la moral hipócrita usurpadora. La ignorancia que los arrastra a crear males sociales. Pensar, mirar a lo interior, ver lo mal que estamos por haber perdido el noble sacerdocio de la enseñanza cívica. Dejar de verse con la arraigada patología animal, desajustado social por la vida privada en la avaricia. Hallar la voluntad superior en la disposición de la propia vida honesta.
Detener las almas perdidas que se presentan por la televisión con pantalla de mentiras con absoluto alejamiento de amor entre los hombres. Mi padre nos decía: “el amor es la única carta que siempre llega a su destino incluso si la dirección va mal puesta”.
Lo que destruye todo es estar aferrado a la ley del apego a la demasía que enferma a los que no se han conocido a sí mismo. Dentro de dos minutos podría ser demasiado tarde para amar. Diariamente se consume de hambre una considerable parte de nuestros hermanos en todo el globo terráqueo.
A todos urge que sintamos sed de Dios, hambre de espíritu, apetito de servir, educar, ansias de conocimiento, caminar hacia la hermandad con los brazos abierto, dar vida a la primera naturaleza amar y la segunda educar. Estar atento a uno mismo y a cuanto nos rodea para ayudar. Crear una humanidad nueva que ejerza la justicia, la equidad en todos los niveles.
Desarraigar la corrupción, insulto a la humanidad, personificada en los que no aceptan poseer lo necesario, lo que es realmente suficiente. Se ha perdido la ley del auto preservación, la más enraizada en el ser humano. Mi patria, la patria de todos, la siento y vivo como una personalidad corporativa de la que resulta imposible separarnos, por eso, duele sin límites la falta de escuelas y la depredación de los ríos. No hay nada valedero para ser indiferente a los males que crea el hombre contra el hombre.
Pienso mucho, mucho, en el amor como una ética individual y la veo afectando las relaciones entre las personas, no se aplica para regular la comunicación entre los gobernantes y gobernados. Es la gran diferencia entre lo que llamo ética privada y ética pública. Necesitamos escuchar la voz de la moral de las cosas que nos rodean.
Duarte vive. Ser justos
Sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre, y ser unidos, y así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa la única a que aspiro, al veros libres, felices, independientes y tranquilos.
El autor es vicealmirante retirado de la Marina de Guerra