Lo que tiene lugar en la Avenida Enriquillo, esquina a la Privada, no tiene justificación alguna, aunque la Dirección de Gestión Ambiental del Ayuntamiento del Distrito Nacional (ADN), informe e intente explicar lo inexplicable. Se trata de añejos árboles que han sido arrancados sin piedad, aun cuando sus frondosas ramas cobijaban a quienes caminaban amparados cada cierto tramo de los inclementes rayos de este sol caribeño que calienta, quema y hasta daña la piel cuando la exposición es extrema.
ADN dijo que dichos árboles desenterrados de las dos isletas de la avenida Enriquillo serán sustituidos por especies endémicas más aptas para la ciudad y la pregunta es, ¿qué biólogo, o especialista en medio ambiente certificó esto?
Hasta ahora, esos árboles “no endémicos”, no sólo salvaguardaban a los transeúntes en medio de tantas construcciones de torres inaccesibles y muy elevadas y automóviles que han olvidado la cortesía de “dejar pasar al de a pie”, sino que adornaban la vía con acierto y legitimidad.
Siendo así, ¿por qué sustituirlos? ¿Quién ha dicho que los árboles que siembran ahora resultarán mejores, si a estos les ha llevado decenas de años crecer y fortalecerse así?
La pregunta sigue siendo: ¿quién o quiénes se favorecen con esta tala indiscriminada e injusta?
Hace falta que recuerden quienes asumen posiciones de esta envergadura que la población dominicana no habrá resuelto aún el problema de la educación; pero, esto no significa que no sepa pensar y escudriñar las cosas que no tienen explicación valedera y que hablan de enriquecimiento ilógico y mal habido por quienes debían cuidar a la población de actos corruptos y detestables.