En el país, las informaciones cruzadas dan al traste. Por un lado, el ministro de Trabajo, Max Puig, asevera que la economía prospera; pero, una buena parte de la población se mantiene en la pobreza. Señala, a su vez “que es necesario trabajar para aumentar los ingresos y fortalecer la seguridad ciudadana”, en tanto que el nuevo paquetazo fiscal provoca un gran revuelo en la sociedad y rechazo lógico por lo que significa para esas mayorías pobres.
No se equivocan quienes reflexionan acerca de que lo que debía hacerse es reducir los gastos del gobierno, comprimir las plantillas infladas y no apretar a los más vulnerables.
En verdad, lo que necesitan dominicanos y dominicanas no es un paquete impositivo de esta envergadura, sino tranquilidad y comprensión de que no hay posibilidades reales para responder a nuevos impuestos.
A todas luces el gobierno intenta transferir el alto precio del petróleo a los hombros de familias que pagan costos exorbitantes para sobrevivir y argumentan que tales medidas responden a las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional, que implica elevar la presión tributaria hasta un 15%.
No puede ser aceptado un paquetazo impositivo por quienes, desde un lado de la balanza, ven como en el otro extremo se multiplican los derroches y despilfarros del gasto público.
Las promesas dan al traste con sus cumplimientos . Se había prometido no subir las tarifas eléctricas y no ha sido así. La corrupción administrativa se fortalece y el drenaje se extiende a favor de los que más tienen. En días en los cuales los partidos contendientes para alcanzar el máximo poder en República Dominicana en 2012, hablan de futuro, la realidad indica que se requieren cambios urgentes y lo peor es que no acaba de verse con claridad quién puede ser el elegido…