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Prevenir las trampas de la igualdad

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Hay un viejo proverbio que propone al entablar batalla, situarse en terrenos conocidos, con posibilidades favorables al triunfo, si se traslada al espacio contrario, los riesgos aumentan, por tanto, en el mejor de los casos será mejor encontrar un espacio neutral para desarrollar la contienda.

Esta recomendación proverbial debe tenerse en cuenta, especialmente cuando las mujeres asumen la responsabilidad de declararse agente de cambio en las relaciones interpersonales en cualquiera de las esferas de la vida. Tal experiencia toma forma ante las resistencias sociales, con el tema de la perspectiva de género, donde se desarrollar una batalla ideológica y política que comienza dentro del hogar, continúa en la escuela, la comunidad y el centro laboral

Alguna vez ha escuchado un comentario como: “Si él salió sin decirme nada, mañana me voy también”. O en otro tema, cuando se desconoce la cortesía tradicional masculina, al ceder un asiento o ayudarla en una carga pesada con el argumento: “Ellas quieren ser iguales, entonces que estén de pie o que carguen solas el mueble”.

Siempre aparecerá otra persona más ecuánime o responsable que asuma la diferencia y señale la imposibilidad de la igualdad sexual de los cuerpos, (hombre-mujer) incluso de las personas entre sí, porque nadie es igual que nadie, ni siquiera en sus diferentes etapas de la vida.

Vamos cambiando en nuestro proceso personal al transitar por las etapas de la infancia, en la juventud, la adultez o simplemente al enfrentar los achaques de la discapacidad por accidente o por alcanzar determinada edad.

La diferencia, la pluralidad, la multiculturalidad, son rasgos comunes a tener en cuenta, porque se sabe que la inteligencia humana no tiene sexo pero su aplicación sí tiene perspectiva de género, de ahí que para evitar con palabra y acción la trampa de la igualdad, ésta deberá tener acompañamiento.

Igualdad de posibilidades y derechos para promover las prácticas sociales equitativas con relación a los roles de género a desempeñar por hombres y mujeres, especialmente en la educación, la salud, el deporte, la cultura y el amplio desarrollo científico-técnico.

Se impone cada día la necesidad de constantes actualizaciones y adecuaciones de la legislación que rige en las instituciones, porque éstas fueron establecidas hace muchos años, con el monopolio de la cultura de masculinidad.

Existen normas como los permisos de maternidad que no aparecen en los cargos de elección que tienen normativas rígidas, desconociendo las diferencias cuando quienes ejercen un cargo público ya no son hombres exclusivamente.

Estas estrategias deben atender al crecimiento femenino de la fuerza laboral activa, donde los derechos y deberes deben analizarse con equidad. Por tanto, si la madre y el padre trabajan, ambos merecen el derecho al permiso o autorización por asuntos familiares o cuidados de hijos e hijas, así como la necesidad de ampliación de los horarios escolares y de guarderías, para no interrumpir las responsabilidades laborales que afectan su eficiencia profesional.

Cuando se analizan las opciones de ofertas de trabajo o se estimula la creación de empresas dirigidas por mujeres, hay un resultado del desarrollo que aportan los datos geo-referenciados por las estadísticas.

Ojo, sin cometer errores de apreciación. No en todos los organismos donde la presencia femenina es mayoritaria, ellas ocupan cargos de jerarquía en la toma de decisiones, incluso ni en las organizaciones políticas, ni en grandes empresas. Hay que continuar en la batalla por asumir las diferencias y reconocer el papel desempeñado por las mujeres en condiciones específicas, para evitar socialmente las trampas de la igualdad.

*Maestra en Ciencias de la Comunicación.

www.portaldemujeresmexicanas.com.mx

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