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Dar vida al “Decálogo Duartiano”

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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En el coliseo político dominicano los gladiadores no tienen una visión de patria. La mente es un pincel, dibujan panoramas de críticas y promesas que ni ellos mismos las creen, asoma su mala memoria y el que los escucha y reflexiona se pregunta y este no estuvo en el poder?. Sus acontecimientos son organizados por intereses económicos. Las singladuras me enseñaron que las promesas de las tribunas públicas se evaporan con el calor de la brisa caribeña.

Lo que se dice y práctica deben caminar juntos. Lo contrario es el ejercicio de la moral hipócrita. Pablo VI decía: “Andan hacia adelante con las palabras y hacia atrás con los hechos”. Así son los politicastros de nuestros lares. Hablan de amor, salud, educación, seguridad y no le dan vida. Sí crean el mal vivir.

Me detuve recordando a Séneca, para disfrutar la epístola a Lucilio: el bien verdadero. La vida no es bien ni mal, es una ocasión para el bien y para el mal. Se despide Séneca y escucho a Duarte en una reunión de varios dominicanos en la casa de Don Manuel Joaquín Delmonte con objeto de aunar voluntades: “Todo pensamiento de mejora en que el sentimiento nacional se postergara a la conveniencia de partidos, debía siempre reprobarse, porque puesto en ejecución constituía delito de lesa patria”.

No andamos en parcelas políticas, preferimos caminar en la búsqueda del bien final que perfecciona hasta su plenitud. Por mal final nos es algo por lo que el mal desaparece, sino aquello por lo que consuma su daño. Así entendemos el sumo bien y el sumo mal. ¿Cuál elije el hombre en su búsqueda de enriquecer?.
Otra vez detuve el bolígrafo y las neuronas asoman pinceladas: los hombres, en su gran mayoría tienen la virtud esclavizada.

Quien no ejerce el autocontrol es dominado por las pasiones y sufre males en su alma.

La virtud es el arte de gobernar la vida. La vida feliz del hombre es en sociedad, cuando se busca el bien de los amigos por el bien mismo, como si fuera propio, queriendo para los amigos lo mismo que se quiere para sí.

Algo me detiene. ¡oh que alegría vuelve a presentarse Duarte preguntando ¿Qué sucede con la constitucionalidad dominicana? ¿Porqué no se entienden los ilustres?. Con reverencia le contesté. Están ignorando vuestro decálogo. Es evidente tienen muerto a Juan Pablo Duarte. Es inaceptable la ausencia de la doctrina del Patricio fundador de la dominicanidad en el diario vivir. Debemos estar ejerciendo sus acciones de patria, andar tras sus huellas de nobleza, de su entrega integra por el bienestar de todos.

No olvido la estadía en Taiwan. Por sus calles, museos, tiendas, en los servicios públicos, en la educación, palpaba la presencia del Doctor Sun Yat-Sen y el generalísimo Chiang Kay Shek. Sus ejemplos están en el alma de ese pueblo feliz.

Un Duarte vivo, he ahí todo cuanto es menester para vivir en una patria de familia feliz. Practiquemos su decálogo.

El autor es vicealmirante retirado de la Marina de Guerra.

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