Pasaban de la una de la mañana cuando sentí un extraño y constante grito de mi perro, pero mi sueño era tan ancho como la mar y ante el peligro de que me llevara al mundo de las tumbas, mi perro saltó sobre la cama y me mordió la nariz, con fuerza.
Me la sacudo y ante mi olfato despierta el olor a aceite hirviendo, como en el caldero del Diablo. Me levanto y camino hasta la cocina para descubrir a mi mujer, danzando mientras se preparaba para tomar en sus manos el infierno tan revuelto como brutal. Observo cómo camina hacia nuestra cama, como con animado placer levanta la sabana para descubrir mi rostro y lanzarme el canto a la maldad, mientras entonaba, en medio del más alucinante baile: ¡ya tengo mi frankenstein!
¿Cómo caí en sus redes? El mismo Satán no podría explicarlo. La mujer es chiquita, de nalgas rodantes y su voz es tan repugnante como el olor de un ratón que tiene más de tres días muertos. Siempre funciona velozmente, pues con Chukina parece que estamos viviendo la película al revés. Si usted la ve caminando se da cuenta de que no es un ser humano, sino un mosquito en desesperada búsqueda de sangre, pá chupa. En su alma no hay proceso psicológico, todos sus actos son melodiabólico y nada puede hacer sin que sea bañado por la sangre de las palabras. Infunde calor de muerte a la tierra que pisa.
Cuando se dio cuenta de que yo no estaba en la cama y de que había desaparecido de la casa, a Chukina se le ocurrió el que debía salir a chukiniar, verbo que define el incontrolable deseo de salir en busca de desgracias o, más fascinante aún, producirlas en abundancia. Pensó que no debía salir a las calles sin un vocabulario que identificara su presencia. Y como la biblia sirve para todo, la buscó y empezó a elaborarlo:
— De la abundancia de mi maldad hablará mi boca. No dejaré que las palabras comiencen siendo pensamientos sino acción de impuro. Siempre hablaré irreflexivamente, pues la tocada de mi lengua será germen de enfermedad. Mí corazón nunca meditará para responder, pues de mi boca saldrán burbujeando podredumbres. Siempre expresaré lo primero que llegue a mi lengua, sobre todo si es perverso. Los dichos de mi boca y los latidos de mi corazón sean siempre placenteros delante de ti, Rey Diablo.
Ya, con su catálogo en sus manos, le había dado a su lengua su tónica propia, asquerosa y ruda, una lengua con el mensaje del vicio y el canto a la anormalidad, sin vigor por lo sano, sin refinamiento ni sutileza. Así lo hizo para no tener que cambiar de tema, asegurándose que produce angustia al que le habla.
¿Qué creen ustedes que está haciendo ahora Chukina la Diabólica? Como el representante del país ante el FMI fue lanzado al primer infierno por un paro cardíaco, Chukina ahora asesora al Equipo Económico del Gobierno, al Senado de la República y a la Cámara de Diputados. Su política económica se resume en su Paquetazo Fiscal, un sangrante grito de guerra cuyo lema ora: ¡Destrucción mutuamente asegurada!