Madrid.- El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, se mostró hoy decidido a culminar los meses que le quedan de legislatura en un duro cara a cara con el líder opositor Mariano Rajoy, que le reclamó un adelanto electoral para acabar con la «lenta agonía» que dijo vive España.
En su último gran discurso parlamentario en el debate anual sobre el estado de la Nación, vivido con una sensación de despedida desde la oposición, Zapatero no hizo un mero balance de su gobierno, sino una presentación de su intención de culminar las reformas y acometer nuevas medidas en los meses que le quedan.
En principio, la celebración de los comicios generales está prevista para marzo de 2012.
Zapatero no será el candidato socialista en esa cita electoral, ya que anunció el pasado mes de abril que no concurrirá a un tercer mandato, por lo que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ha elegido a Alfredo Pérez Rubalcaba, vicepresidente primero del Gobierno y ministro del Interior, como cabeza electoral.
Desde la bancada azul del Ejecutivo, Rubalcaba siguió hoy el debate en el que quien será su principal rival, Mariano Rajoy, líder del Partido Popular (PP, centroderecha) reclamó un adelanto electoral y acusó a Zapatero de haberse equivocado en la gestión de la crisis y de haber dilapidado la herencia recibida en 2004.
«Lo que necesita España es que se abran las urnas y que los ciudadanos puedan escoger, no tanto quién les gobierna sino a quien trasladan la confianza que este Gobierno ha malgastado», dijo Rajoy, que acusó al jefe del Ejecutivo de ser «un lastre para la recuperación económica».
En su larga lista de reproches, el líder ‘popular’ culpó a Zapatero de haber incrementado la cifra de desempleo del 11 por ciento que había en 2004 al 21 por ciento actual y de haber llevado el diferencial de la prima de riesgo española a los 277 puntos.
El jefe del Ejecutivo le reclamó, en la grave situación actual en la que España ha estado sometida a una fuerte presión de los mercados tras los rescates financieros de Grecia, Irlanda y Portugal, que sea «leal y transmita confianza en la solvencia» del país.
«No me gustaría pensar que en lo único en que nos parecemos a Grecia es en la oposición», señaló en alusión a la negativa de la oposición conservadora griega a apoyar las medidas de austeridad del gobierno de Atenas que el Parlamento de ese país debe aprobar para recibir el nuevo rescate financiero.
También puso en duda la capacidad del líder opositor para presentar un programa, tras reprocharle que hoy volviera con la petición de un adelanto electoral sin aportar soluciones.
«Es usted el perfecto perro del hortelano. Ni propone ni apoya nada», señaló.
En su discurso inicial, Zapatero se mostró confiado en la fortaleza de España y en su economía, que dijo ya ha emprendido la senda de la recuperación, con una previsión para el último trimestre del año de un crecimiento superior al 1,5 por ciento del PIB.
Sin embargo, reconoció que la recuperación es «aún leve, lenta» e insuficiente para la creación de empleo en un país que roza los cinco millones de desempleados.
La «buena noticia» es la mejora de la capacidad exportadora y el buen comportamiento del turismo, mientras que la «mala noticia» es la caída de la demanda interna, explicó.
También aludió a la crisis de la deuda soberana griega y la «incertidumbre incesante» en los mercados europeos como factores que dificultan la recuperación económica en España.
El sector inmobiliario «es el único que sigue en proceso de ajuste», afirmó Zapatero, que señaló que sin este factor, «la economía española hoy estaría creciendo el 2 por ciento anual».
En este punto, reprochó a Rajoy que el gobierno del PP les dejará «en herencia» en 2004 «muy baja productividad y mucho ladrillo» y defendió que España para superar la crisis en la que está sumida tendrá que incorporar un modelo más productivo, con más innovación.
La crisis dominó por completo el debate político más importante del año en España, en el que Zapatero tuvo un gesto hacia los miles de «indignados» que llenaron las calles y plazas españolas para reclamar una regeneración y otra manera de hacer política.
Este movimiento «forma parte de la fisiología no de la patología de nuestro modelo de convivencia y reivindican el valor de la política», dijo el jefe del Ejecutivo.
El debate prosigue con las intervenciones de los grupos parlamentarios minoritarios. EFE
