Estuve en la funeraria, vi a ciertos hijos de la impunidad sonrientes, conversadores. A su espalda uno que lo protege en su alteración de ánimo por un suceso repentino.
El coloquio muestra la degradación moral de la sociedad. Nada de desagrado y soledad con el que vive del mal, fiel amigo de lo ajeno. Recordé al filósofo Cleobulo con su auto respeto. “tratar con las personas pertinentes”. Y a Ciceron de uno que se llamaba feliz por tener la libertad de hacer el mal sentenció. “Pobre de ti, que tienes permiso para pecar”. Aquí en dominicana los verdaderos pobres se acomodan en villas, fincas y pasean en automóviles lujosos. Son felices disfrutando de nuestras obligaciones fiscales, gozan la libertad que le concede la diosa impunidad.
La Constitución, leyes y códigos no existen, no son para ellos, si para los buenos dominicanos. A los corruptos los veo como esclavos de los que en la perversidad no comprenden que están condenados por el permiso de ser un maleante. No se niegan acomodarse a costumbres que son contrarias a las leyes de la naturaleza.
Vivir alejado de las acciones morales los va castigando, no lo sienten por la borrachera de su pobreza espiritual. Perdieron la riqueza, la esencia de la vida, las buenas costumbres. Y este mal personal afecta al país y a la comunidad.
El Serviola que dejó de ser centinela en la mar, nos informa que nuestro pueblo necesita la purificación de la vida, de los hábitos que iluminan las ansias de míseros deseos, y debe centrarse toda acción en los valores morales.
Sócrates ya viejo, pero más sabio y elocuente le dio otra óptica al amor por la sabiduría, dándole el valor al hombre y su lugar en el universo, y se entronizaron los valores éticos.
El binocular del Serviola presenta con nitidez que nos urge una nueva sociedad, generación de puros políticos y ciudadanos en otras actividades cuyos ojos lleven al alma la belleza de esta tierra para conservarla, cuidarla y vean las miserias humanas y las cubran de ayuda amorosa con buena salud, educación y seguridad.
Nada de arengas en la tribuna pública. Si acciones beneficiosas como el trabajo y unos brazos que se extiendan con la fuerza de la misericordia para levantar y abrazar a los caídos. Almas que hagan lo que quieran hacer. Paz y alegría.
Pedir a Dios que nos dé un amor, servicio responsable, comprometido con los demás para que podamos mostrar los frutos de una verdadera dominicanidad.
El amor es la roca sobre la que queremos construir los sueños, proyectos, impulsos e ilusiones, pero tenemos que entregarnos, mucho para amar como Dios ama.
Queremos participar y ser testigo de que el amor es realmente posible. Solo comenzar a compartir nuestra vida con los demás. Verán abrazos de eterna felicidad. Nos esperar a que las desgracias y miserias humanas motiven a ser tiernos y la familia dominicana sienta necesidad de unirse cuando las calamidades lleguen a su puerta.
Cuando navegaba veía al sol desaparecer para salir de nuevo, pero si el amor se muere, será una larga soledad de pobreza espiritual sin un orto de felicidad.
Crear partidos Duartianos con el lema Dios, Patria, Libertad. Llenos de amor del hombre por el hombre, la vida real, la auténtica que tiene a Dios en su visión del progreso, bienestar de patria noble y pura.
Me detuve unos minutos y comencé a divagar en alas del pasado histórico con Duarte poniendo el alma en su palabra y acción. Vi el poder para propiciar una vida saludable, educada y protegida. Palpando la vida como una moneda sana, uno puede gastarla de cualquier manera que quiera, pero la gasta solo una vez.