Durante una conversación que sostuve con el general Manuel E. Castro Castillo, me comentó sobre el tema de las operaciones del narcotráfico en el continente.
Sin mucho preámbulo me hizo saber que las grandes batallas contra el narcotráfico y el crimen organizado no serían en los aires con aviones, sino en los mares y los puertos.
Usted quiere saber esto, que piensa la Drug Enforcement Administration (DEA) y el interés del presidente de los Estados Unidos, Obama sobre este tema, le recomiendo leerse este libro. De inmediato me mostró la obra de Frederick Forsyth titulado “Cobra”.
La mención de “Cobra” impactó porque en el mundo de la inteligencia y la contrainteligencia existen nombres de codificación, y “Cobra” era uno de ellos.
Salí a buscar donde quiera que se encontrara el libro de Frederick Forsyth, “Cobra” logrando por mucha existencia obtenerlo a los tres días.
Fue como un pan caliente, una vez en mis manos comencé a leer letra por letra, párrafo por párrafo y hoja por hoja.
En la página 11 de los personajes en el número tres aparece Paul Devearaux, un ex jefe de la inteligencia y la contra-inteligencia de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de una vasta formación intelectual, técnica y de operativa puesta a prueba en la prolongada batalla de la guerra fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética.
Este Devearaux en la CIA se le conocía como “Cobra”. Y resulta y viene al caso que un dominicano fallecido inesperadamente, solo en un rincón y en la solidaridad interna de su familia, era un fanático de la culebra Cobra, siempre la tenía en bronce en su escritorio de trabajo en la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), en su calidad de enlace entre esta institución y la Dirección Nacional de Investigaciones (DNI).
El hombre del que le hablo es el ex coronel César González Báez (Pericles). Entre Pericles y “Cobra”, y quien escribe se estableció una hermandad de trabajo y humana. Recuerdo que en noviembre del 1988, cuando ingreso a la DNCD en mi calidad de relacionador público, en un pasillo saliendo del despacho del presidente, coronel Rafael Guerrero Peralta Pericles me dice “tú eres Rafael G. Santana –Santanita-, tenemos que hablar en 15 días”. Pasaron esos días sin que el oficial González Báez me llamara, entonces acudí donde èl para decirle como usted quería hablar conmigo, aquí estoy, quizás usted quería hablar conmigo para decirme que estuve en la izquierda revolucionario, para su tranquilidad ya eso lo sabe el coronel Guerrero Peralta, y estoy aquí, se sonrió dándome un afectuoso saludo.
Pericles o Cobra, murió como vivió en su lugar, tranquilo y dentro de sí a tal punto que decenas de amigos y compañeros de trabajo en el DNI, la DNCD y la policía no se enteraron incluyéndome a mí, y eso fue un duro golpe para mi porque quería estar ahí junto a su familia. La vida es así llena de sorpresa.
Pericles, “Cobra” tiene el privilegio de pertenecer a un selecto grupo de hombres y mujeres formados por la “Vieja” que de seguro donde esté, si vive sentirá lo mismo que sus grandes amigos. La “Vieja” Jhon Marhcalla un zorro de la inteligencia y la contra inteligencia fue maestro e instructor de esos hombres que como Pericles, Cobra hicieron y hacen lo que tienen que hacer.
Un trece de abril del 2000, en mi casa me entregaron una imagen de San Miguel informándome esto te lo dejo Pericles con este mensaje que comparto con ustedes:
“La venga es nuestra. Ten fe y veras el cadáver de tus enemigos. Te regalo al capitán de los ejércitos de Dios. Viernes 13-4-2001 (ponlo en tú cuarto). Yo se que tú eres espiritual como yo y a la vez sano y sincero a pesar de todas las traiciones que hemos recibidos de tantos humanos (víboras) y aventajados que nos han dado sus espaldas, nosotros le damos el frente y nuestra honestidad como estandarte. Cobra, César González Báez). Así era Pericles, honesto, sano, llano, valiente, leal y que se fue a la tumba lleno de secretos que la muerte guarda para siempre.
Entremos a las páginas del libro “Cobra” de Frederick Forsyth, que se inicia con la historia de una camarera de la Casa Blanca que lloró profusamente frente al presidente Obama y la primera dama Michelle Obama durante una cena dedicada a los veteranos de guerras.
Las lágrimas de la camarera Maybelle impactaron a Michelle que se parò de la mesa pasando a la cocina a conversar con ella.
Repitiendo lo siento, lo siento Maybelle lloraba, mientras la primera dama de los Estados Unidos, la consolaba escuchando su historia, un drama vivido por la muerte de un nieto por los efectos de la cocaína.
Cuando el presidente Obama escucho en la intimidad de la cama esta historia no pudo dormir, y se paro de la cama en la madrugada llamar a Bob Berrrigan, director adjunto de la DEA.
El presidente Obama levantó un teléfono para decir “quiere que localicen donde esté al director de la DEA”.
La telefonista de turno sabia lo que tenía que hacer, llamó a Berrigan para conectarlo con el presidente, que le dijo por favor mañana quiero verlo en mi despacho, si señor presidente respondió el número uno de la DEA.
Cuando estaba frente a Berrigan el presidente Obama hizo saber que lo llamaba porque quería saber todo lo relacionado con la cocaína en un informe de 10 mil palabras.
El diálogo entre Obama y Berrigan, fue el siguiente Obama –“solo la cocaína. Solo para mí, Solo para mis ojos. Necesito saber los hechos básicos:
Berrigan “ordenaré que redacten un nuevo informe; señor: diez mil palabras: Lenguaje llano. Máximo secreto. “Seis días, señor presidente”.
El presidente Obama respondió en tres días, y Berrigan concluyó tres días, señor presidente”.
Por su transcendencia y la revelación de la DEA de que es imposible eliminar el narcotráfico, dejo a continuación este informe conocido como –informe Berrigan-.
Querido señor presidente:
“Tengo el honor de presentarle el informe sobre la cocaína tal como lo solicito.
Orígenes: la cocaína se extrae solo de la planta de coca, un arbusto común que se cultiva desde tiempo imperial en las colinas y las selvas del noroeste de Sudamérica.
Durante todo ese tiempo los nativos la han masticado porque sus efectos calman el hambre y estimulan el ánimo. En contadas ocasiones da flores o frutos; el tallo y las ramas son leñosas y carecen de cualquier utilidad; solo las hojas contienen la droga.
De todos modos la droga constituye menos del uno por ciento del peso de la hoja. hacen falta 375 kilos de hojas cosechadas – lo suficiente para llenar una camioneta- para obtener 2.5 kilos de pasta base de cocaína – la forma intermedia – que a su vez dará un kilo de cocaína para en la forma conocida de polvo blanco.
Geografía. La producción global en este momento proviene en un 10 por ciento de Bolivia, en un 29 por ciento de Perú y en un 61 por ciento de Colombia.
Sin embargo, las bandas colombianas se hacen cargo del producto de los otros dos proveedores en la etapa de la pasta base de cocaína, completan el proceso de refinamiento y comercializan el ciento por ciento de la droga.
Química.
Solo son necesarios dos procesos químicos para convertir la hoja cosechada en el producto acabado, y ambos son muy baratos. por ese motivo, dada la extrema pobreza de los campesinos de la selva que cultivan lo que es más que una planta muy resistente y dura, la erradicación en la misma fuente ha resultado del modo imposible.
Las hojas cosechadas se dejan macerar en un bidón viejo lleno de ácido – el ácido de la batería es el más habitual-, el cual extrae la cocaína. Después se sacan las hojas maceradas y se tiran, queda algo parecido a un caldo marrón. A este caldo se le añade alcohol o incluso gasolina, que extrae el alcaloide.
Después se retira y se trata con algún álcali fuerte como el bicarbonato de sodio. De esta mezcla se obtiene una papilla blanquecina que se denomina “pasta”. Esta es la unidad habitual en el tráfico de cocaína en Sudamérica, lo que las bandas compran a los campesinos. Alrededor de 150 kilos de hojas se han convertido en un kilo de pasta. Los productos químicos se consiguen sin problemas y el producto se transporta fácilmente desde la selva a la refinería.
Refinado en las refinerías secretas, por lo general ocultas en la selva, es donde la pasta se convierte en polvo de hidroclorudo de cocaína (el nombre completo), de color blanco nieve, añadiendo otros productos químicos como el ácido hidroclorhídrico, permanganato de potasio, acetona, éter, amoníaco, carbonato de calcio, carbonato sódico, ácido sulfúrico y más gasolina. Después se reduce esta mezcla, se seca el residuo y lo que queda es el polvo, todos los ingredientes químicos salen baratos y, como se utilizan en muchas industrias legales, son fáciles de adquirir los costes. Un campesino cultivador de coca, el cocalero, que trabaje todo el año puede recoger hasta seis cosechas de su parcela en la selva. De cada cosecha obtiene 125 kilos de hojas de coca, su producción total de 750 kilos de hojas se transforman en 5 kilos de pasta. Después de deducir los costes, apenas ganará 5,000 dólares al año. Incluso después del refinado para obtener el polvo, el precio de un kilo rondará los 4, ooo dólares.
Los beneficios: son mayores que en cualquier otro producto del mundo, un kilo de “pura” colombiana pasta de 4,000 dólares a valer entre 60,000 y 79,000 dólares con solo viajar los cuatro mil ochocientos kilómetros desde la costa de Colombia a estados unidos, o los ocho mil kilómetros hasta Europa. Pero eso no es todo. Cuando el kilo esté en manos del comprador, este lo “cortara” (adultera) para conseguir seis o siete veces su volumen y peso sin disminuir el precio por gramo. Los consumidores acabarán pagando al último vendedor de la cadena unos 70,000 mil dólares por aquel kilo que cuando dejo la costa de Colombia tenía un valor de 4,000 mil dólares.
Resultado: estos márgenes de beneficios garantizan que los grandes operadores puedan permitirse pagar los mejores equipos de tecnología, armas y experiencia. Pueden emplear a las mentes más brillantes, sobornar a funcionarios – en algunos casos hasta llegar a la presidencia – y casi verse desbordado por los números de voluntarios dispuestos a ayudar en el, transporte y comercialización de su producto a cambio de un porcentaje. No importa a cuantas “mulas” detengan y envíen a la cárcel. Siempre hay miles de pobres o estúpidos dispuestos a correr riesgos.
Estructuras: después de la muerte de Pablo Escobar, del cártel de Medellín, y los hermanos Ochoa de Cali, se retiraran, los gánsteres de Colombia se dividieron en un centenar de pequeños carteles. Pero durante los últimos tres años ha emergido un nuevo y gigantesco cártel que lo ha absorbido a todos.
Dos traficantes que intentaron mantenerse independientes fueron hallados muertos, victimas de atroces torturas; de ese modo cesó toda resistencia a los nuevos jefes. el gigantesco cártel se denomina a sí mismo la hermandad y actúa como una gran corporación industrial que dispone de un ejército privado para custodiar su propiedad y un escuadrón de la muerte formado por psicópatas para mantener la disciplina.
la hermandad no produce la cocaína. Compra toda la producción de los pequeños cárteles, ofrece un precio “justo” según su criterio) no sobre la base de “tómelo o déjelo”, sino sobre la de “tómelo o muera”. Realizada la compra, la hermandad la comercializa en todo el mundo.
Cantidades: la producción total es de unas 600 toneladas al año; se divide en dos remesas de 300 toneladas que se envían a Estados Unidos y a Europa, prácticamente los únicos consumidores de la droga. Dados los márgenes mencionados más arriba, los beneficios totales no se calculan en centenares de millones de dólares, sino en miles de millones.
Dificultades: teniendo en cuenta los enormes beneficios, hay casi veinte intermediarios entre el cártel y el consumidor final. Dichos intermediarios pueden ser los transportistas, los distribuidores o los vendedores. Por esta razón, a las FLO (fuerza de la ley y el orden) de cualquier país les resulta muy difícil apresar a los jefes máximos. están muy bien protegidos y nunca tocan el producto. Se detienen a los “camellos”; se les juzga y acaban en la cárcel, pero casi nunca “cantan” y se les reemplaza de inmediato.
Interceptaciones: las FLO norteamericanas y europeas se encuentran en un estado de guerra constante con el narcotráfico y es frecuente que intercepten cargas en tránsito o se apoderen de depósitos. Pero las FLO de ambos continentes solo consiguen recuperar entre un diez y un quince por ciento de la cocaína que hay en el mercado y, dados los extraordinarios márgenes, no es suficiente. Sería necesario aumentar las intercepciones y las confiscaciones a un ochenta por ciento o más para paralizar al narcotráfico. Si perdiesen un noventa por ciento, las cárceles se hundirían y la industria de la cocaína sería por fin destruida.
Consecuencias: hace apenas treinta años, la gente consideraba que la cocaína era una inocente afición de la gente de sociedad, los agentes de bolsa y los músicos. En la actualidad, se ha convertido en una plaga a escala nacional que provoca un desastroso daño social. Las FLO de los dos continentes estiman que el setenta por ciento de los delitos de la calle (robo de coches, atracos, asaltos, etc.) se llevan a cabo para obtener los fondos necesarios para satisfacer este hábito. Si el asaltante está bajo los efectos de un SUB PRODUCTO de la cocaína llamado “Crack”, el robo puede ir acompañado de una violencia inusitada.
Por otra parte, los beneficios de la cocaína, después de blanquear el dinero, se utilizan para otros delitos, Sobre todo el tráfico de armas (que acaban en manos de organizaciones mafiosas y terroristas) y de personas particularmente en casos de inmigración ilegal y del secuestro de mujeres para la trata de blancas.
SUMARIO: Nuestro país padeció un golpe terrible con la destrucción en otoño del 2001 del Wold Trade Center y el ataque al Pentágono, que costó la vida a casi tres mil personas. Desde entonces, ni un solo ciudadano norteamericano ha muerto en el país como consecuencia del terrorismo extranjero, pero la guerra contra el terrorismo prosigue y debe continuar. Sin embargo, en esta misma década, un cálculo a la baja estima que la cifra de vidas destruidas por las drogas es diez veces superior al número de victimas del 11-S, y la mitad de estas se deben a una sustancia llamada COCAÌNA
Tengo el honor de seguir siendo su fiel servidor, señor presidente,
Robert Berrigan
Director adjunto (operaciones Especiales)
AGENCIA ANTIDROGAS DE LOS ESTADOS UNIDOS.
Así concluye el informe berrigan.