Un mensaje desafiante y aleccionador comunica al pueblo dominicano la crisis económica que ha tenido origen en los países del primer mundo: no hay escapatoria, tenemos que fajarnos a recomponer nuestro país.
Se achica el impacto de las remesas y carece de sentido dejar lo logrado para ir a padecer una vida peor en Europa o Estados Unidos. Habitamos uno de los países en mejores condiciones para convertir la crisis en gran oportunidad para el desarrollo.
Somos importadores de petróleo y el efecto de ese producto en los demás, resulta estremecedor, su cotización promedio de cien dólares por barril es una carga insoportable.
Resulta, sin embargo, que no podemos mantener un parque de generación energética en base a los derivados más costosos de la canasta petrolera, que es necesario además de emigrar hacia combustibles más económicos, trabajar todas las fuentes de energía alternativa.
El gobierno ha acertado, al trabajar como lo ha hecho, la agilización del tránsito con economía de combustibles. Con la construcción de las obras que comprenden el corredor Duarte, será mejor el transporte privado, quedando como meta hacer eficiente el transporte de pasajeros. La primera y la segunda línea del Metro son un aporte significativo, pero insuficiente y costoso, por lo que conjuntamente hay que fortalecer opciones masivas más económicas.
La meta debe ser crear las condiciones para que muchos ciudadanos se decidan por dejar el vehículo en sus casas.
Paralela a la crisis económica que ha cedido muy poco desde que estalló la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, se ha incubado una crisis alimentaria, cuyos efectos han regresado a 44 millones de personas a los niveles de pobreza extrema.
Para contrarrestar el incremento de los precios internacionales del maíz, del trigo, de la leche, del arroz y los aceites comestibles, nos han dejado una sola puerta: la rehabilitación del campo, carente de tecnología, información y de financiamiento.
Lo que más adelantado tiene el país para resurgir airoso de esta coyuntura es su diversificada infraestructura turística.
El aeropuerto de Punta Cana maneja el 53% de la aeronavegación comercial, sin embargo los miles de turistas que llegan cada semana por esa terminal se quedan en Bávaro, por lo peligrosa y distante que es la carretera, pero a partir del año próximo se podrá crear la ruta turística Santo Domingo, que permitirá a esos visitantes conocer la Zona Colonial, el Faro a Colón y el Acuario y disfrutar de más de 200 restaurantes de calidad en el Distrito Nacional, urgidos de ampliar su mercado.
El gobierno no ha sido efectivo proyectando el impacto que tendrá en el desarrollo del turismo la inversión en vías como la autopista del nordeste, que comunica a Samaná con Santo Domingo, la Autovía del Este, las carreteras San Pedro-Romana, El Coral, y Baní- San Cristóbal, y el bulevar Bávaro-Punta Cana.
Esas realizaciones facilitan que se pueda seguir apostando al turismo como la gran palanca de desarrollo.