Qué lejano debe parecerle a Leonel Fernández el 1996, cuando se estrenaba como presidente de la República Dominicana y se pronunciaba con discursos impresionantes pero, al fin y al cabo, cantinflescos, en todos los
sectores de la sociedad y medios de comunicaciones. Estoy segura de que considerando sus orígenes humildes, ni el mismo se lo podía creer, pasearse con los cortesanos del Balaguerismo y contar con el apoyo del que en aquel entonces tenía el sartén del destino electoral agarrado por el mango… ni hablar de la interpretación con la que audicionó para el Prof. Juan Bosh cuando lo utilizó para montarse en su caballo que resultaría ser el de Troya para ese partido, donde no queda de Don Juan ni el recuerdo de su memoria.
El triunfo o el fracaso de los seres humanos en la vida, están ineludiblemente marcados por la intención que albergamos en nuestro corazón y el propósito por el cual actuamos en la vida. Leonel Fernández es simplemente una muestra más del político común que llega al poder utilizando la simulación como su herramienta
fundamental de trabajo. El hecho de que su desacreditada y fallida gestión gubernamental se conozca más allá del litoral de nuestro país, es sólo una muestra de que en este mundo donde las noticias se transmiten en segundos y las encuestadoras a nivel internacional tienen mayor credibilidad, no hay nada debajo del sol que tarde o temprano no salga a relucir. Así es Leonel Fernández que, en esta época cibernética, lo importante no es llegar al poder, sino usar el poder para el beneficio de los desamparados y olvidados que resultamos ser en este caso la mayoría del pueblo dominicano. El tiempo en el que nos engañaban con espejitos quedo atrás hace siglos.
Vale entonces traer a colación que siempre se cosecha lo que se siembra, cultivaste espinas en el seno del pueblo y no cosecharás rosas jamás. La desgatada y sobretodo desprestigiada figura política de Fernández se evapora en
el éter de los indolentes, usureros y mercaderes que sólo ocupan el gobierno y el estado para convertirlo en una finquita de su propiedad, pero la mala yerba inundó su terreno y no hay herbicida ni abono que la haga a producir nuevamente. Leonel, el «presidente», no es más que un reflejo de Leonel el «ser humano «, aquí podemos utilizar el adagio que reza, el habito no hace al monje y que aunque se vista de seda y oropel la esencia siempre sale a relucir. Y para los que dicen que Leonel engañó al pueblo, les digo que no nos engañó a nosotros, sino que se engañó a sí mismo y estoy segura de eso porque ya ni siquiera trata de guardar las apariencias y se comporta como el que sabe que 10 meses no son suficientes para montar una producción como la que nos presento en 3 diferentes periodos gubernamentales, se le acaba el tiempo y ve como irremediablemente su obra inacabada, imperfecta y desarmonizada; su libreto y sobre todo sus actores resultaron ser sólo extras inexpertos, ya no tiene público y el nuevo protagonista estrella del PLD, Danilo Medina, no vende taquillas porque es sólo la parte 2 del «clavo» que tuvimos la desgracia del ver 3 veces en el escenario que usaron como teatro, nuestra República Dominicana.
Ahora, como el público está reclamando que le devuelvan su dinero, la producción está temblando porque no tendrá jamás la oportunidad de presentar otro estreno.