Toma nuevas dimensiones la decisión de unas doscientas organizaciones populares de realizar marchas reivindicativas y simultáneas en diferentes puntos del país, que den continuidad a las propuestas de la pasada huelga nacional.
Obviamente, las respuestas del Gobierno no satisficieron las solicitudes populares y el alto costo de la vida sigue su curso…
La pregunta sigue siendo- tomando como punto de reflexión el fiel de la balanza-, qué se gana y qué se pierde con estos paros en varias de las rutas de transporte público, tanto de autobuses como de carros del concho, justamente cuando coincide con esos horarios en los cuales la clase “de a pie” se encamina a sus puestos de trabajo.
Se quiere, y es válido, que el pueblo aprenda a exigir sus derechos, a que el gobierno atienda, cuanto antes, sus demandas y que propicie un clima económico y social favorable para los dominicanos.
¿Qué se ha logrado hasta el momento?: al parecer nada. Se pierde la confianza en las actuales autoridades y la sociedad sigue esperando ver la luz al final del túnel.
Realmente, vale la pena preguntar ¿cuántas huelgas, paros, marchas, y protestas son necesarias para que el Gobierno ponga sus oídos en el corazón de los más desposeídos? ¿Cuántas personas tienen que morir en esas jornadas de lucha para que se cumplan los reclamos de la nación?
Sea cual fuere la respuesta, se está pagando un alto precio. Ojalá que esta vez, el pueblo corra con más suerte y se obtengan soluciones a sus males.
Como señala la Constitución de la República: el derecho que tienen los ciudadanos a protestar, debe ser respetado. Tal vez, algún día no sea necesario usarlo, porque los gobernantes cumplirán eficientemente con sus obligaciones…¿Demasiada utopía o fe en el futuro?
Marchas: ¿qué se gana, qué se pierde?
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
PUBLICIDAD
Galería de fotos
Las más recientes
Story
Page