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Padres

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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No se trata de un día tan sólo, o de una fecha más para dedicarnos a comprar y elevar el consumo a índices inaguantables para la economía familiar dominicana. Más allá de todo eso, ofrendar en este día a los padres, implica esa relación infinita con quienes junto a la madre determinan la llegada al mundo de ese ser que crece junto a su pecho y hoy les honra.

Padre no es un simple término, una denominación consanguínea, es el  inviolable espacio donde reinan amor y disciplina al mismo tiempo, con la palabra educar implícita en ese destino, sobre todo con el ejemplo que no caduca ni aún después de la muerte.

Quizás este 31 de julio, muchas familias dominicanas, residentes fuera y dentro del país, amanecieron con el abrazo fuerte de ese pecho que les cobijó desde pequeños  y que continúa siendo el resguardo de la cabeza inclinada o de la frente ceñida, sobre todo en los tiempos más difíciles.

También a los Padres de la Patria llegue este homenaje, al patricio creador de la Trinitaria que pidió en franca oración: “Dios ha de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar mi Patria libre, independiente y triunfante”, y aseguró de inmediato: “El amor de la patria nos hizo contraer compromisos sagrados para con la generación venidera; necesario es cumplirlos, o renunciar a la idea de aparecer ante el tribunal de la Historia con el honor de hombres libres, fieles y perseverantes”.

De esos padres llevamos también la conciencia en los genes y cada una de las actuaciones cotidianas consagra los actos de los hijos e hijas de esta nación, como dignos de sus enseñanzas.

Hijos e hijas de la República Dominicana, dedicamos en este “Día”  una reflexión individual, colectiva y sostenida  a esa labor de no “perder la fe en Dios, en la justicia de nuestra causa y en nuestros propios brazos.”

Felicidades a todos los padres dominicanos, estén donde estén, aún en el más lejano perímetro de esta geografía universal. Llegue hasta ellos el abrazo imperecedero y, sobre todo, el mensaje inmenso de ese amor, que alimenta y salva.

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