En mis años de infancia no recuerdo haber visto funerarias y lugares de bailaderas al aire libre; las casas de familiares eran los espacios donde se velaban los difuntos y se hacían las fiestecitas de cumpleaños.
Recuerdo muchas cosas que ahora no veo, por ejemplo, los cheles con el escudo de un lado y la palmita y el indio Enriquillo del otro; la papeleta de a peso con Duarte en el medio; los cuadros de la niña desnuda con su lazo en la cabeza sacándose espinitas de uno de sus pies, el del Angel San Miguel, tratando, con su espada, de darle una estocada al demonio y el de las pulperías de esquinas con el señor flaco que vendió a crédito y el gordo que vendió sus mercancías de contado.
Aun me retozan en la memoria los programas radiales “Romance Campesino de Felipa y Macario”; “La Tremenda Corte con Leopoldo Fernández y Aníbal de Mar” y el “Informador Policíaco” escrito y narrado por don Manuel Antonio Rodríguez (Rodriguito). Todavía está presente en mi mente la comedia de televisión “La familia Cinforoza” personificada por Monina Solá (Tata), Niní German (Tato) y Fernando Cazado; “Buscando Estrellas”, de don Homero León Díaz; “El Show de Pildorín” conducido por Radhamés Sepúlveda; “Buenas Tardes, a la Orden” con doña Socorro Castellanos; “Osvaldo se va de Ronda”, con Osvaldo Cepeda y “Música de los Grandes Maestros”; las novelas impresas de “Corín Tellado” y los paquitos de Red Rider, Roy Roger y Hopalong Cassidy; los servicios públicos de Radio Guarachita; los telefonemas de los pueblos; el Vermífugo Lombrizóide; La guagua de dos pisos pintada por Sullivan con su pasaje a 10 cheles; Las enemas para limpiar los intestinos; La cerveza a 25 centavos; el “Aceite Castor” para paliar la gripe y los dolores; el “Chocolate Trópico” en el desayuno de las escuelas públicas; El “Agua de florida de Murray y Lanman” para después del baño y la “Brillantina Para Mí” y la avenida Duarte de dos vías. Junto a mi padre escuchaba los discos del Trió Matamoros, los Compadres y los merengues del Trío Reynoso, Yoyito Cabrera y las hermanitas Cruz.
Con miedo observa el patrullaje de la policía en la guagua llamada Chiva Blanca y con alegría las fiestas a 50 cheles del teatro Agua y Luz de la Feria; los micros mítines de los estudiantes revolucionarios de las escuelas y liceos y el atropello de una banda parapolicial que no permitía ver a jóvenes en las esquinas.
Me llega a la memoria personajes folklóricos y pintorescos de la ciudad como Pichón de Burro, Maco Pempen, Barajita, Pestañita, Curruco Patrullero y el ciego mendigo de la Duarte con Mella.
Me recuerdo de la ñapa de los sábados que los pulperos daban a los niños, consistente en un chin de azúcar en las manos después de cada compra; a las mujeres con cretonas y lactando a escondidas; de las películas Bonanza y Rintin Tin; los carros del concho del sindicato Unachosin y los letreros manuales en algunas casas que decían lo siguiente: “Se cura el ajito y el pecho apretao” y “Se pasa la tenaza; los terrenos del Felipe Maduro, en el sector María Auxiliadora, por donde desfilaron muchas estrellas del beisbol dominicano; las ropas alisadas con planchas de carbón y las retretas en las glorietas de los parques de Santo Domingo amenizadas por las bandas de músicas del Cuerpo de Bomberos y la Marina de Guerra.