La noticia no pudo ser más nefasta, cuando se conoció del asesinato a martillazos de la profesora Lenny Féliz Féliz, directora de la escuela San Rafael y vice-alcaldesa del municipio de la Ciénaga, ultimada, supuestamente, por un compañero de oficio y cuyo cadáver fue encontrado en estado de descomposición en unos matorrales en el lugar denominado La Vuelta de Gabino, en la carretera Barahona-Paraíso, después de 20 días de desaparecida.
Los rumores van y vienen sin que se escuche un dictamen cercano a la denominada verdad, sino absoluta, al menos cercana: la directora Regional de Educación, licenciada Cándida Espinosa, tras lamentar el hecho que ha consternado a toda la sociedad dominicana, dijo que Féliz Féliz habría recomendado el nombramiento de Fernando Carrasco Roque, profesor acusado de quitarle la vida.
El caso es que nada más desafortunado puede ocurrir ante la vista, sobre todo de los estudiantes, porque no hay que decir que un profesor, desde los tiempos de los tiempos, para las generaciones que nos precedieron, las actuales y las que vendrán después, resultan paradigmas y referencias de lo que pensamos lograr en el futuro y hasta a quienes queremos parecernos.
Los actos de violencia en general sacuden la opinión pública, pero este, en particular, hace pensar en cuán terriblemente inversos andan los valores y lo imprescindible de parar cuanto antes esta bajada por la que, si seguimos andando, nos perdemos todas y todos.
