Otra vez la educación; otra vez la juventud; otra vez los carabineros; otra vez Chile… Y una vez más las miradas pudieron humedecerse al comprender que no todo está perdido, que “algo existe más allá del absurdo” y como dijo el texto que publicó Ivonne Leites en su blog: “Con un primaveral día, las calles de Santiago nuevamente se llenaron de miles de personas que se manifestaron por la necesidad de una educación pública gratuita. En el norte y en sur del país, ni la lluvia ni el frío ni la represión fueron impedimento para que otros miles hicieran escuchar su grito hasta La Moneda”.
Unas 500 mil personas llenaron las calles y pese a obstáculos más que tangibles y amenazadores, el movimiento estudiantil no perdió energías y exigió resolver el conflicto educativo.
Impresionantes las fotos de secundarios, universitarios y trabajadores de la educación, la salud, de diversos sectores, junto a los abuelos, niñas y niños, gritando consignas y levantando carteles vinculados a la enseñanza.
La vocera de la Asamblea de Estudiantes Secundarios, Laura Ortiz, llamó a dar respuesta a las demandas, “a no evadir el foco central de las demandas, que es la educación gratuita y la re-nacionalización del cobre”. Otras voces se elevaron fuertes y demandantes en discursos y manifestaciones musicales.
Son miles de seres humanos los que marchan en Chile, organizados en jornadas diurnas de movilizaciones. Da igual que algunos quieran manipular los hechos. La realidad, como la verdad misma, aparece aún escondida en el más remoto sitio: los chilenos llaman a la realización de un plebiscito para definir el futuro de la educación del país. Los chilenos saben que sin educación no hay país, no hay futuro.
En España, París, Buenos Aires… apoyan a los manifestantes en sus protestas ante un modelo de educación que debe considerarse de una vez por todas… Un ejemplo para quienes aún dan los primeros pasos en tal empeño.