La noticia colma el vaso, cuyo contenido se ha derramado demasiado este año: “otro hombre celoso mató una mujer, de 25 años, al propinarle varios disparos y luego se ahorcó…”.
El 2011 parece recubrir de luto, cada vez más, centenares de hogares en República Dominicana, donde los feminicidios se multiplican y el país no abandona el deshonroso lugar que ocupa en el mundo, por las lamentables estadísticas de las mujeres asesinadas: novias, madres, hijas, hermanas, que se han convertido en víctimas mortales a manos, fundamentalmente, de hombres en quienes antes confiaban.
Para colmo de males, las dominicanas también son objeto de asesinos de mujeres en otros países, como Estados Unidos, España, Chile y Argentina, donde ciudadanas criollas han perdido la vida en circunstancias verdaderamente espeluznantes.
Hace algún tiempo, decenas de jóvenes se integraron a la marcha “Vestidas de novias contra la violencia”, como un llamado a la conciencia de la sociedad dominicana. Este año habrá que reforzar las voces y gritar con eco mayor ante tantos y tantos crímenes.
Ya el país integra el Consejo Consultivo de ONU-Mujeres y los foros feministas han propuesto considerar la posibilidad de establecer un programa del Consejo Consultivo de ONU-Mujeres en el país, porque, como demuestran los hechos, de nada han servido los importantes convenios internacionales de derechos humanos ratificados, ni que se hayan aprobado “diversas normativas legales y constitucionales…”.
Lamentablemente: “… los derechos humanos de las dominicanas siguen siendo vulnerados sistemáticamente en todos los ámbitos, desde la cotidianidad del hogar hasta las más altas instancias de poder económico, político y social”.