Ni al gobierno ni a la sociedad dominicana les conviene mantener en prisión al empresario Ramoncito Báez Figueroa, quien ha demostrado ser un interno de valor muy diferente a los que de su origen y clase han sido recluidos en nuestras cárceles, porque a pesar de contar con excelentes relaciones e influencias entre amplios sectores del país, nunca ha solicitado ni mendigado privilegios, como ha ocurrido con otras personas, las cuales fueron liberadas por las autoridades nacionales.
El Poder Ejecutivo debería aprovechar las festividades de Nochebuena y año nuevo correspondientes a este 2011, para indultar a Báez Figueroa, porque fuera cierta o mentira la acusación que se le formuló, la verdad es que el país ya ha superado los efectos que produjo la desestabilización bancaria del 2003, y la crisis que vivimos hoy nada tienen que ver con esa situación.
Condenados del llamado Plan Renove, por narcotráfico y otros delitos, que han influido ante las autoridades para recibir el perdón que cada año otorga el Estado dominicano, y que no han tenido un comportamiento ejemplar como el de Ramoncito Báez Figueroa, han sido liberados por las autoridades dominicanas, y se encuentran disfrutando de libertades y realizan sus actividades de manera normal como si nadara pasara, y entonces a un hombre que como ese empresario tanto podría aportar a la nación, que tanto lo necesita en estos momentos, lo mantienen recluido en la cárcel de Najayo.
Consideramos que el gobierno y la sociedad dominicana pierden más manteniendo a Ramoncito Báez Figueroa encerrado en la cárcel de Najayo, que otorgándole su libertad, porque de esa manera estarían impidiendo que ese hombre emprendedor pudiera crear nuevas plazas de trabajo a centenares de dominicanos, a través de la creación de nuevas empresas, que tanto lo necesita la economía nacional.
Si en algún momento Báez Figueroa pudo haber flaqueado por cualquier debilidad, como le puede ocurrir a cualquier ser humano, se debió fundamentalmente a que se pasó de ser humilde, bueno y humanitario; principalmente con muchos políticos, comunicadores y representantes de poderes facticos de la sociedad dominicana, los cuales posteriormente le dieron la espalda en el momento en que más necesitaba de la solidaridad de esos sectores a los cuales aportó toda su bonomía.
No podemos olvidar que en un momento determinado, el desaparecido Banco Intercontinental BANINTER, influyó de forma determinante en el llamado boom o resurgimiento de los medios de comunicación en la República Dominicana, cuando mediante la creación, adquisición y patrocinio de espacios y medios de comunicación, las universidades vieron florecer sus matrículas de estudiantes de periodismo, que esperanzados de conseguir una colocación en el mercado laboral, veían en la comunicación social una alternativa inmediata para generar ingresos para sus familias y necesidades personales.
Tan pronto como ese emporio se derribó, como consecuencia del apoyo, y de lo tanto que aportó al sostenimiento de la economía nacional, mediante el desarrollo de varios proyectos de diversas naturaleza, la clase periodística y los medios de comunicación nacionales, sufrieron el retroceso más acelerado que hayan experimentado en toda la historia de nuestro país, lo cual se evidencia con la reducción considerable que registra la matrícula de la carrera de periodismo en las universidades y la salida del aire de varios espacios y medios de comunicación con que contamos, cuya ausencia ha dejado un vacío que afecta la libertad de expresión y difusión del pensamiento y el ejercicio profesional del periodismo.
En modo alguno eso significa, que Ramoncito Báez Figueroa como principal cabeza que era del grupo Intercontinental, fuera el padre del periodismo o la comunicación social de la República Dominicana, pero tampoco se le puede regatear que en su momento constituyó el principal respaldo de los comunicadores nacionales, a la mayoría los colocó al frente de los más importantes e influyentes medios de comunicación social que ha tenido el país y a los que mejores sueldos les pagó por el ejercicio de sus profesiones en los medios audiovisuales e impresos del país, según registra la historia dominicana.
El pesar de tener la propiedad y el control de más de 70 emisoras, 7 canales de televisión, 6 periódicos de circulación nacional y varias empresas de Telecable, Báez Figueroa nunca utilizó estos medios para defenderse ni manipular la opinión pública nacional y revertir todas las acusaciones que formularon en su contra, lo cual habla mucho de su humildad y valentía como caballero para resistir y enfrentar con altura todo un proceso que para bien o mal lo ha colocado como el único de su género en la historia nacional.
Ramoncito Báez Figueroa nos ha dado lecciones que los dominicanos de abajo y los de arriba debemos aprender, por su templanza, humildad y resistencia sin dobleces me atrevo a reclamar una vez más al presidente Leonel Fernández, que antes de que finalice el presente año decrete su indulto concediéndole la libertad, con su aptitud y comportamiento ha demostrado ser un interno diferente a todos los que hemos tenido en nuestro país, máxime si lo comparamos con los de su clase y origen.
La autoridad que me confiere hacer este planteamiento a nuestras autoridades y al país en sentido general, se fundamenta en el hecho de que quien escribe esto nunca fue empleado ni funcionario de los medios de comunicación del empresario Báez Figueroa, ni mucho menos un beneficiario de las tantas aportaciones que hizo a instituciones, personalidades y comunicadores que aparecieron en los registros del desaparecido Baninter.
Así que la petición o el planteamiento que hacemos para que Ramoncito Báez Figueroa sea indultado en diciembre próximo, tiene la mejor buena fe y el entendido de que el país pierde más manteniéndolo en prisión, que permitiéndole su libertad, porque aunque no haga ruidos, ni mucho menos se queje o solicite ser liberado, son muchos los dominicanos los que necesitan, que un emprendedor de su talento y coraje esté en las calles para que pueda crear las empresas que necesita la nación, en las que puedan trabajar para llevar el pan de la alimentación a sus familiares, que sufren el rigor de una crisis tan profunda como la que padecemos hoy. Ojalá estas reflexiones no caigan en el vacío, porque otros que han hecho menos por nuestra sociedad, han sido beneficiados con el perdón presidencial.
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