Significa el narcotráfico un cambio de estrategia, tal y como se ha planteado la sociedad mexicana, y hasta el presidente Felipe Calderón habla de “la guerra de las drogas” y el cambio semántico del término, ya que su lucha no es sólo contra el narcotráfico, sino contra el crimen organizado que afecta a todos los ciudadanos.
Estas reflexiones son igualmente válidas para República Dominicana. Las estrategias contra el narcotráfico requieren una campaña permanente de prevención del consumo; pero, sobre todo, políticas de Estado. La corrupción, allá y acá es caldo de cultivo que fortalece las complicadas redes.
Nuevas tácticas hay que agregar en esta batalla que ha ocupado espacios de la vida pública. Tema central del debate en la tierra azteca y aquí también, obviamente, donde supuestos delincuentes vinculados con el narcotráfico han sido apresados por la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), incluyendo en la detención gran cantidad de porciones de estupefacientes, y una vez en manos de fiscales para ser sometidos a la justicia, resultan puestos en libertad mediante garantía económica, según decisiones de determinados jueces.
Aunque se afirma que no se debe cuestionar la decisión de un juez, quien puede “liberar a alguien o enviarlo a prisión”, según las atribuciones conferidas por el Código, tal y como aseguró el vocero de la DNCD, Roberto Lebrón, también es verdad que la sociedad dominicana enfrenta las consecuencias de “la guerra de las drogas”, multiplicada en violencias y hechos criminales que se adueñan del territorio nacional y el mal sigue calando hondo, muy hondo, tal y como demuestran las realidades de estos días. Por lo tanto, a males mayores, curas superiores…o no habrá salida.