“Un problema muy complejo es la inseguridad y la única manera de terminar con este cáncer es perseverar con políticas conjuntas”, afirmó el presidente mexicano Felipe Calderón y las reflexiones del mandatario llaman, una y otra vez, a conclusiones comunes.
Para República Dominicana, el fuego criminal que arde en México, semeja cuanto está ocurriendo en el país y sería plausible asegurar, como lo ha hecho Calderón, que en no lejanos tiempos se logrará vencer a los criminales, recuperar la seguridad pública y reducir los niveles de violencia, como resultado de esa estrategia integral que conlleva a enfrentar y someter a los criminales, construir una nueva institucionalidad en materia de justicia y erigir un sistema de apoyo a jóvenes sin empleos, trabajando desde el centro de las familias y las comunidades.
Calderón menciona el apremio de contar con una policía más inteligente, preparada personal y técnicamente. Depurar dichas filas con trabajo constante y lograr que su profesionalidad sea herramienta inexpugnable contra la corrupción y los otros males que allá y aquí las han calado.
Las fuerzas del Estado tienen que fundirse, indudablemente, o la batalla no podrá rendir sus frutos. En México, 21 de los 37 líderes más peligrosos que operaban en dicho territorio han sido capturados, pero aún sus calles siguen infectadas por quienes formaron parte e integran aún redes libres delincuenciales. Aquí, cada día aparece un nuevo grupo insertado en cárteles y bandas que convierten las calles en peligrosas vías.
Construir instituciones fuertes para esta lucha, a prueba de confianza, que el Congreso dote al gobierno de armas legislativas para el combate al narcotráfico y lavado de dinero, Ley anticorrupción, son entre muchas otras, iniciativas que deben conducir este enfrentamiento a la violencia criminal que tantas muertes ha dejado allá, acá y en muchos otros puntos de la América Nuestra.