Hasta ahora la fingida unidad del PLD no ha servido para aumentar la popularidad de nuestro candidato presidencial, Danilo Medina y hasta ahora, la verdadera y catastrófica división del PRD no ha servido para disminuir la popularidad de su candidato presidencial, Hipólito Mejía. ¿Por qué?
Porque nuestro electorado es ahora sumamente inteligente y sabe que el actual pleito electoral no es una batalla entre partidos, ni es una batalla entre ideologías, ni es una batalla entre búsqueda de felicidad, sino que es una batalla, pura y simplemente, entre Danilo Medina e Hipólito Mejía, en resumen: una batalla entre dos hombres que anhelan tener el poder para distribuir la riqueza pública, para bien o para mal.
Y nuestro electorado sabe que el odio entre Danilo y Leonel no es menor al odio entre Hipólito y Miguel. Danilo Medina no tiene la categoría de ser el hombre más despreciado por Leonel Fernández porque esa categoría la tengo yo, pero si desaparezco, él ocupará mi puesto. E igual ocurre con el Jefe de Campaña del PLD, cuyo odio entre él y Danilo, no es menor, sino similar al odio entre Hipólito y el funesto Secretario General del PRD. Y ya se sabe que en el Comando de Campaña Morado se desatan los demonios si ven llegar al senador Félix Bautista, esos mismos demonios se desatan en la Casa Nacional del PRD si ven llegar a Guido Gómez. Es decir, el odio es tanto que su compensación es insignificante.
Pero ¡ah!, milagro de la vida: cuando se trata de robarnos el dinero del pueblo, todo el odio entre nosotros desaparece, desaparecen los colores de los partidos y desaparecen las bendiciones de nuestras madres. Y nuestra plebe ha encontrado una formula para funcionar dentro de ese esquema: no serle fiel a ninguno y saquearlos a todos por igual.
Así que nuestros electores nos conocen más que a nadie: saben que somos ladrones que sabemos ponernos de acuerdo. Por esa razón, la supuesta unidad o real división de los partidos no está afectando la popularidad de los candidatos. Esa es la conducta en el subconsciente colectivo.
Danilo, necesita quitarle 10 puntos a Hipólito y no se lo puede quitar logrando simplemente mantener unido al llamado bloque progresista. Esos honorables líderes podrán decir lo que quieran, pero su gente saquearan al perdedor y responderán a las encuestas.
La gran mayoría de los peledeístas estamos luchando para que nuestra bella primera dama, la doctora Margarita Cedeño de Fernández, sea nuestra candidata vicepresidencial, pero estamos equivocados: ningún candidato peledeísta, por bello y noble que sea, le quita 10 puntos a Hipólito.
El único lugar donde se pueden encontrar esos 10 puntos es en el PRD. Miguel Vargas Mal donado, es, en las ultimas cinco décadas, el político más analfabeto emocional que ha dado la quisqueyanía, pero con su fortuna se ha agenciado un grupo de perredeísta que, como mafia bien subvencionada, le sigue siendo fiel, y le será por un tiempecito más. Esa buena noticia hay que aprovecharla y si se quiere evitar que Hipólito Mejía sea el próximo Presidente de la República, entonces Miguel Vargas debe ser el compañero de formula de Danilo Medina.
Miguel puede ser fácilmente convencido, porque si Hipólito gana, Vargas no tiene futuro. Incluso, la campaña del vicepresidente de Hipólito, Luis Abinader, está mejor estructurada y mejor llevada que la del gurabeño. Si Danilo quiere ganar tiene que hacer lo que yo digo. No lo que dice Palacio, no lo que dicen sus asesores, no lo que dice su jefe de campaña, sino lo que yo digo: porque nadie ha podido corromper el poder profético de mi alma.