No es posible transcribir con palabras lo que siente el alma al comprobar la monstruosidad de un hombre que mata a su pequeña hija a patadas, mientras golpea el vientre de la madre. Tampoco puede haber interpretación posible para la denominada “espiral de violencia que ha cobrado la vida de al menos nueve personas en las últimas 48 horas en distintos puntos del país, incluyendo cinco mujeres…”.
¿Qué decir del padre que ahorcó a sus dos hijitos de apenas 4 y 6 años, por dar un golpe fuerte a la madre de los pequeños? Mujeres jóvenes asesinadas a puñaladas, otras a balazos o estranguladas tras ser violadas. Niños, niñas, personas de cualquier edad y clase social…
En los barrios, da igual si son más pobres o menos, la inseguridad crece cada día y alarmada la población exige que este auge de la criminalidad pueda detenerse y algún día confiar en que las calles, colmados, vehículos, negocios de todo tipo y hasta los propios hogares dejen de ser áreas de máximo peligro para cualquier ser humano.
¿Qué está pasando en el país? ¿Será que las penas no son suficientes para detener las manos asesinas? ¿Qué hay de las medidas preventivas, barrios seguros, etc, etc?
En las calles andan los asesinos armados de pistolas, montados en yipetas, cualquier tipo de vehículos, en motos o a pie. Las voces de millones de dominicanas y dominicanos se alzan desde cada hogar y los medios de comunicación debemos ser portadores de este sentimiento común de impotencia y llamado a las autoridades para acabar con un mal que nos agota día a día.