Los que ejercen el Peculado y el Nepotismo violando la Constitución y leyes son delicados como la piel del armiño. Miran de lado, caminan sin querer pisar, que no lo sientan, como José Fouche prefecto policial de París, en la alfombra del Palacio de las Tullerias, cuando iba a rendir informe a Napoleón.
Muestran una pantalla retocada de pureza, honestidad y delicada buena costumbre, en su careta de hipocresía.
Cuando son denunciados, citan a sus elegidos de la prensa que lo acomodan y no optan por el reclamo de su honestidad ante el juez. Eso demuestra la veracidad de la acusación. Saben abrir camino por donde ejercen su habitual inclinación a lo ajeno, lo doloso.
El clientelismo político es apabullante, viola la ley de la carrera administrativa. Cada cuatro años vocean “Epa fuera que van”. Como dicen los navales, los tiran por la borda y ponen el rumbo de la corrupción. No se considera la preparación técnica profesional, predomina la indisciplina y desorganización. Solo van a buscar lo que consideran lo suyo sin ninguna razón.
Urge defender la vigencia de la ley como la vida de un río. Este malestar muestra que el honesto es una víctima y molesta. Dominan los que tienen la razón oscurecida. Muy pocos siguen siendo en su ser, en su esencia, no hay principios. ¡Que falta de educación!.
Urge educar para saber vivir bien, que la honestidad y templanza mantengan la fortaleza de poder repudiar, eliminar las malas costumbres de amar como un bien el desacato.
Aprender a escuchar y reflexionar; así se comprendería al gran tribuno Cicerón: “Aquel cuyos oídos están cerrados a la verdad, hasta el punto que no puede escucharla de la boca de un amigo, puede darse por perdido”.
Nuestros males sociales son creados por los que juraron públicamente “Cumplir y hacer cumplir las leyes”, y propiciar todo lo correcto, lo legal, lo bueno, lo útil y necesario. El ejercicio de lo bueno es como cuando cae agua del cielo después de una larga sequía.
Estamos en un ahogamiento económico. Sabemos que todo tiene su momento, que le mal no es el final. Y cuando este llegue los dominicanos del mal sacarán el bien. Actuaran como el polluelo que rompiendo la cascará del huevo en cuyo interior se formó, caminará eliminando las polillas que carcomen el bienestar.
La corrupción crea el pauperismo de la mayoría, el enriquecimiento de unos pocos que se roban el dinero de la salud, educación, seguridad y economía. Esto conlleva su propia negación, el dinero ilícito no ha hecho ni hará a nadie rico, por no aplicar su alma a la honradez. La historia de la humanidad narra que la acumulación de daños recibidos no se devuelve con el silencio.
Los prostitutos al no aplicar los códigos muestran su perversa inclinación, son ellos los que están en desacato al no aplicar la pena enunciada en el Código Penal. Lo que urge es ejercer la probidad. No me inclino a la modificación de los códigos. Son los mismos Ali-Baba que se les escurrió la moral de la razón. Es deber de ciudadano suprimir el mal sanando lo que está viciado, corrompido.
Duarte vive: Nunca me fue tan necesario como hoy tener salud, corazón y juicio, hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la República.
Centrando el pensamiento consideramos que el Patricio se refería a los incapaces, rastreros, mal intencionado, que actúan de manera poco clara. Los politicastros.
El autor es vicealmirante retirado de la Marina de Guerra.