“Se estima que solamente las medicinas falsificadas para la malaria y la tuberculosis matan alrededor de 700.000 personas al año. Esto equivale a la caída de cuatro aviones tipo «Jumbo» llenos de pasajeros cada día”, señala un informe de International Policy Network, donde revela, además, que en República Dominicana sospechan que el 10% de sus fármacos son falsificados.
El impresionante impacto de las falsificadas en los países menos desarrollados va más allá de simples preocupaciones, tal y como se ha visto en Colombia, Perú, por mencionar otros tristes ejemplos y aquí, en República Dominicana donde, tal y como se ha publicado, el consumo de medicamentos falsos para el consumo humano causa muertes a diario.
Resulta muy triste mencionar que para la producción de dichas medicinas se empleen entre excipientes o ingredientes: tiza, azúcar, harinas y quién sabe cuántas sustancias que no solo no están previstas en la fórmula farmacéutica, sino que dañan y pueden producir la muerte, como ha sucedido.
Este multimedios se ha hecho eco de la preocupación nacional y por esa razón llama a las autoridades en el país a terminar con este negocio sucio y criminal que desde hace lustros afecta a la población dominicana: las medicinas falsificadas, carentes de componentes curativos, elaboradas en laboratorios que no reúnen los más esenciales requisitos de normas ni de calidad son comprados por inescrupulosos individuos que ponen en peligro las vidas de tantos seres humanos.
Que la justicia trate con manos severas a los responsables y les castigue por el “crimen de lesa humanidad”, tal y como denomina la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Convenio de Ginebra la fabricación de medicamentos adulterados o la venta de los ya vencidos.
