Las autoridades discuten, debaten e intentan medidas a costa de lo que sea, porque el flagelo que corrompe sociedades, denominado narcotráfico, penetra con fuertes tentáculos en el Caribe y cada territorio de la región, de la misma manera que pasa y traspasa hacia Norteamérica y Europa.
Los esfuerzos antidrogas aprietan en un sitio y cuando los narcos se sienten amenazados se explayan hacia otros lugares con las costumbres criminales y todas las trazas asesinas que les caracterizan.
Se habla de debilidades en la justicia, falta de recursos, carencias en la región y también se menciona cómo en los Estados Unidos el 9 por ciento de la población consume drogas, aunque algunos afirman que son muchos más los adictos.
En América Latina mueren por producir lo que los norteamericanos consumen. Los políticos no logran solucionar este problema y aunque algunos hablan de legalizar el mercado como se hizo en el siglo XX, cuando la Ley Seca trajo consecuencias similares, otros plantean que tales decisiones deben estar avaladas por políticas de salud, educativas y sociales. ¿Posee la república Dominicana tales condiciones? Ni hablar.
En Venezuela, la presidencia del Grupo Financiero de Expertos para el Control de Lavado de Activos del narcotráfico en el continente, llevó a cabo la trigésimo tercera reunión de esa entidad, a fin de proyectar con fuerzas el apoyo técnico y capacitación a los estados en el enfrentamiento a este delito y asumir con mayor responsabilidad el compromiso de profundizar el combate al narcotráfico.
Se trata de alianzas entre los países, sin olvidar el principio del respeto a la soberanía y la cultura de cada nación. Se espera que
los miembros del sistema interamericano fortalezcan las medidas contra esa modalidad delictiva y algún día, aunque parezca utópico, los pueblos vivan con cierta tranquilidad tras los azotes de la narcomafia en sus territorios.
