El color amarillento de su piel y el habitual acalambramiento de sus pies y manos no fueron signos de advertencia para Eddy Alejandro Vargas Delgado, quien continuaba asistiendo a su trabajo y regresando a la casa sin mayores dificultades.
Cuando retornaba a su hogar luego de un ajetreado día, colocaba una botella en el piso y se frotaba los pies para aliviar los calambres. Así pasó varios meses hasta que su esposa Maritza advirtió que el color amarillento de su piel era más notorio.
De inmediato concertó una cita con un médico de su confianza, quien lo avaluó e indicó varios análisis y estudios, los cuales arrojaron una deficiencia renal crónica, que obligó a dializarlo en ese mismo instante.
Su sistema renal estaba tan deteriorado, que el facultativo se sorprendió al verlo de pie, por las condiciones que evidenciaban los estudios y análisis que tenía en sus manos. Desde esa fecha, exactamente el día 6 de marzo de 2009, Eddy Alejandro se está dializando 3 veces por semana. Ahora está en la lista definitiva de pacientes para trasplantes de la Plaza de la Salud, a la espera de un riñón.
Otra historia
Un día, el fotógrafo Gustavo Valdez sintió que la respiración le estaba fallando y decidió tener una consulta médica. Pensaba que la falta de oxigeno se debía a una afección provocada por los químicos que usaba en el revelado de las fotos.
En la consulta encontraron que sus pulmones estaban bien, pero le indicaron algunas exploraciones que determinaron una deficiencia renal crónica. A los seis meses debió iniciar un programa de diálisis tres veces a la semana, en lo cual lleva 8 años.
Tanto Gustavo como Eddy Alejandro, a la hora de iniciar sus tratamientos ignoraban que su condición de hipertensos y diabéticos son las causas principales de la deficiencia renal que poco a poco les iban consumiendo.
Además de esta circunstancia, estos dos hombres muestran las mismas dificultades para llevar sus tratamientos: ambos dependen de la caridad de amigos y parientes cercanos, puesto que no disponen de los recursos suficientes para cubrir los costos que conlleva la enfermedad.
Igualmente, el agobio que provoca la afección los desalienta con facilidad, situación que les quita las ganas de vivir.
Cuando a Gustavo le diagnosticaron la enfermedad tenía 30 años y recién había nacido su hija Fani que ya cumplió los 9 años. Cuenta que no sabía lo que era una diálisis, pero que estaba claro de que era algo a lo que debía ponerle mucha atención: “Eso cambió mucho mi vida, mi vida cambió radicalmente, ya no soy el mismo y me agarró una depresión que me daba lo mismo seguir viviendo, o no”, narró.
Dijo que cuando inició el tratamiento ya era un moribundo, porque tenía los glóbulos rojos por el suelo, pero gracias a que puso de su parte y con un tratamiento indicado por una doctora del Hospital Cabral y Báez, de Santiago, logró superar la situación e iniciar el programa de diálisis.
Al referirse a lo difícil que resulta para una persona de su edad enfrentarse a esta enfermedad, contó que pasó cerca de cuatro años con un estado de ánimo incomprensible, todo le molestaba y siempre estaba irritado.
Esa situación empeoró y provocó la separación de su esposa, porque pensó que debía estar solo. Pero un día visitó su familia en San Juan, para despedirse y fue entonces cuando visitó una iglesia donde se convirtió a Cristo, lo que le ha dado valor para soportar su dolencia.
Para sustentar el tratamiento ha contado con la colaboración de su antiguo jefe y unos amigos de La Romana, que le aportan el dinero de la diálisis, unos RD$12,000 mensuales.
También tiene un ingreso de RD$4,000 mensuales, como salario de un empleo en el Ministerio de Agricultura, el cual ora para que en un eventual cambio de funcionario no se lo retire. Dice que lo único que lo mantiene vivo es el deseo de ver crecer su hija, a quien define como “muy traviesa”.
A Gustavo, además de no servirle sus riñones, también tiene dañado el hígado, condición que hace más difícil que pueda ser trasplantado.
Hasta rifas y bonos…
Igual situación narra Eddy Alejandro, quien para llevar a cabo su tratamiento ha recurrido a todo, desde rifas, ventas de bonos, solicitud de aportes a través de notas en periódicos y avisos en espacios de televisión. También sus amigos y parientes lo han ayudado a costear la enfermedad.
Recientemente, se práctico los análisis de compatibilidad y entró en la lista definitiva de personas para trasplantes de la Plaza de la Salud. En la actualidad su rompecabezas es conseguir los RD$500 mil, que es el costo aproximado de un trasplante de riñón.
