Los titulares de un número de noticias son más que elocuentes: “Roban en casa del cura de Hato Mayor”; “Penetran a oficina del presidente Cámara de Diputados”; “Protestan en La Caleta por asalto a sacerdote, despojado de una yipeta de su propiedad “…Y así sucesivamente.
Se trata solamente de un repaso por las informaciones de carácter nacional más trascendentales de los últimos días, las cuales muestran que los niveles de delincuencia han sobrepasado los límites. En Boca Chica, al igual que en La Caleta, el jefe de la Policía, el fiscal y la senadora de la provincia han realizado visitas al lugar debido a las inquietudes que preñan esas comunidades, donde los vecinos han llevado a cabo marchas para llamar la atención de las autoridades en intentar parar tanto auge delictivo.
En Santiago, la hermosa ciudad de la cual siempre se hablaba con el respeto de su cultura, historia y cuanto identifica a una localidad próspera, la violencia ha traspasado los umbrales y la información acerca de que “personas no identificadas desactivaron los sistemas de seguridad y penetraron a la oficina privada del presidente de la Cámara de Diputados, Abel Martínez…”, dejaron atónitos a quienes, por lógica, no pueden entender que hasta allí lleguen los delincuentes.
De igual manera ocurre con quienes ejecutaron el robo al sacerdote que ofrecía la misa en la parroquia Las Mercedes, de cuya vivienda, tras romper la puerta trasera, cargaron con varios objetos, incluyendo la computadora del padre Vicente Sánchez, junto a otras propiedades y dinero.
Sin dejar de mencionar los objetos robados en la iglesia de la Patrona de dominicanos y dominicanas, cuyo templo fue saqueado por ladrones sin escrúpulos.
La pregunta, quejosa, triste e inverosímil es: definitivamente, ¿han tomado la delantera los delincuentes…y hasta cuándo es esto?