Diciembre avanza rápido como el año que lo circunscribe. Para el país, el movimiento electoral no ha dejado muchas pausas. Aun cuando se dice que todo comienza en verdad desde enero de 2012, las caravanas, anuncios televisivos, radiales, vallas y todo cuanto tiene que ver con el proceso se ha mantenido activo, demasiado, diríamos sin faltar a la verdad.
Para la mujer dominicana ha sido también un período fuerte desde todo punto de vista. Los feminicidios aumentaron tanto que hasta quienes se mantenían algo ajenos al problema tuvieron que mirarlo cara a cara. Se trata de la extraordinaria cifra de 214 mujeres muertas a manos de sus ex o actuales parejas en lo que va de año, cifra que pone al país en una posición totalmente en desventaja con cualquier otro de América Latina.
No obstante, se observan señales. En los últimos tiempos, mujeres de altos funcionarios y figuras públicas han denunciado los maltratos de que han sido objeto por parte de esas personas, las cuales hasta ahora parecían intocables, o quizás las féminas no se atrevían a gritar por múltiples razones.
Al parecer, los tiempos marcan cambios y el rechazo a la violencia machista ocupa un lugar destacado en los medios de comunicación, así como se escuchan muy altas las voces de instituciones y entidades decididas a poner fin a tantos crímenes. El gobierno sabe que no es posible continuar conviviendo con tanto incremento de esa violencia. La justicia reconoce que debe fortalecerse ante tanta impunidad y debilidad en las sanciones de los culpables.
El año nuevo casi llega y debe abonarse con políticas que definan caminos certeros en esta y tantas situaciones que no se han resuelto en la sociedad dominicana. Asuma quien sea el poder, tiene ante sí grandes retos, sin olvidar que estos no son los tiempos de otrora. Los silencios han dejado paso a las voces de indignados e insatisfechos con las realidades de sus existencias. República Dominicana necesita que se mueva fuerte la mata y caigan los frutos podridos de la indiferencia.
