La concurrida zona del kilómetro 9 de la autopista Duarte es lo más parecido al peligro que representa para la población un perro realengo, que en el decir popular está: “suelto y sin vacunar”.
Inicialmente, en aquel lugar operaba sólo una terminal de autobuses para viajar a diversos pueblos de la región del Cibao; pero, aquello ha cambiado tanto que ha dado cabida a todo tipo de actividad legal e ilegal que genera dinero.
En la parte norte de la autopista, bajo el mando del Ayuntamiento del Distrito Nacional, continúan operando los servicios de autobuses controlados por la Confederación Nacional de Transporte (CONATRA), propiedad del empresario y sindicalista Antonio Marte. También funcionan las rutas de las llamadas “guaguas voladoras” y carros del transporte público hacia Los Alcarrizos y Pedro Brand y un sinnúmero de improvisados negocios de freidurías, frutas y ropas…
Debajo de la vía, controlado por el Ayuntamiento de Santo Domingo Oeste (ASDO), todo es aún más calamitoso. Aquí, además de los “servicios” que mencionamos, el transporte constituye un caos mayúsculo donde, en lugar de los agentes de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), controlan los llamados “pica-picas”, individuos harapientos, alcohólicos y drogadictos con amplios historiales delictivos, los cuales a base de terror llenan los carros de las rutas Jonh F.Kenneddy, Duarte, Los Mina, entre otras.
“Los pica-picas” exigen que por cada vehículo de pasajeros que completen, el chofer debe darle a cambio 10 y 5 pesos; de lo contrario, le “explotan” el vehículo con un machete “sacahígado”, piedras y hasta pistolas.
El terror de los pica-picas amedrenta hasta a los agentes de AMET, quienes no logran controlar los largos tapones que se producen en el lugar por los carros del transporte público los cuales recogen a los pasajeros donde les parezca.
“A esos AMET los tienen de relajo esos tipos, porque le tienen miedo. Si fuera a gente de trabajo le hacen de todo, pero como son ´tigueres´ les temen y dejan que se paren donde quiera”, expresó un ciudadano que suele presentar dificultades para tomar el autobús de la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA) a fin de trasladarse a su trabajo, debido a que los choferes del concho y los “pica-picas” bloquean la parada, por lo que tiene que abrirse paso en medio del tránsito de vehículos diversos, con el riesgo de ser atropellado.
El puente peatonal
“No me haga foto, no me caliente, yo soy una madre de familia”, expresó una robusta morena de origen haitiano, pero con un español casi perfecto, al equipo de Dominicanoshoy.com. Ella forma parte de los vendedores ambulantes que ocupan el puente peatonal del kilómetro 9 de la autopista Duarte.
Cremas, jabones, gorras, camisetas, pantis, carteras, lentes, perfumes, relojes… son parte de las mercancías que los vendedores ambulantes ofrecen (casi con acoso) a quienes se ven en la obligación de usar el puente, el cual a la vez sirve de línea divisoria al Distrito Nacional y al municipio Santo Domingo Oeste.
En aquel lugar opera la ley de “chivos sin ley”. Nadie responde por una alergia que pueda provocarle alguno de esos productos que se venden allí.
A sol y sereno, los negociantes, en su mayoría haitianos, comen cualquier cosa para sostener el estómago en el mismo lugar de “trabajo”. Cuando alguno tiene que ausentarse para hacer sus necesidades fisiológicas, encomienda a un compañero de “lucha” para que le tire una ojeada a la mercancía, de la cual se sabe todos los precios, ya que casi siempre expende o ha vendido lo mismo.
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El 9 de la autopista Duarte: “suelto y sin vacunar”
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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