La medida asumida por el Vicepresidente de la República, doctor Rafael Alburquerque, acerca de la no inclusión de nuevas familias por parte del gobierno al Programa Solidaridad, a fin de evitar que éste se contamine con la política, constituye una muy buena y atinada decisión.
Las razones de Alburquerque son tan valederas como sorprendentes, pues al considerar que:”no es conveniente que en plena campaña se otorguen tarjetas de solidaridad, con el fin de conservar el programa y alejarlo de todo lo que huela a partidos”, debe verse como una actitud loable en un político, sobre todo en un país en el cual se acostumbra a la población a que en la temporada electoral, al igual que en la guerra y en el amor: “vale todo”, sin importar que el medio justifique o no el fin.
Esta decisión contribuirá a mantener la trasparencia de la campaña electoral y posteriormente los resultados del certamen y, a su vez, evitará que alguna organización partidaria se sienta en desventaja ante el partido oficialista, sin dejar de mencionar la no contaminación de un proceso que ha ayudado, si no a todos, al menos a una parte de esa mayoría necesitada y sin recursos del país.
Hay que mencionar que en el mes de diciembre se incorporaron unos 600 mil nuevos hogares para recibir los beneficios del gobierno a través de la tarjeta de Solidaridad.
Esperemos que acciones como éstas sean emuladas por quien asuma el poder, tras las elecciones de mayo de 2012.