Las leyendas chinas han exaltado largamente los beneficios de la Tian Shan Xue Lian, una rara flor blanca que se encuentra en las montañas nevadas y que es venerada como la panacea, un elixir tan poderoso que supuestamente puede resucitar a los muertos.
En los laboratorios de Shanghái y Hong Kong, los científicos analizan esta planta, una arrugada flor del tamaño de un aguacate, con la que esperan desarrollar una nueva medicina para tratar latidos cardíacos irregulares o fibrilación atrial, una enfermedad que eleva el riesgo de accidente cerebrovascular.
En la búsqueda de nuevos y mejores fármacos, los científicos en China están reexaminando las medicinas tradicionales chinas (TCM por sus siglas en inglés) – raíces y hierbas que han sido utilizadas durante miles de años – para encontrar y reproducir los ingredientes activos que puedan ser convertidos en medicamentos y ser fácilmente fabricados y consumidos.
Pero a diferencia de muchos fabricantes de medicamentos chinos que ya venden TCM en polvos y cápsulas, los científicos darán un paso más adelante al someter estos medicamentos experimentales a rigurosas pruebas clínicas para que tengan una mayor aceptación a nivel global.
«Esta flor ha sido usada durante miles de años en Xinjiang, en el Tíbet y en India para tratar una serie de enfermedades (…) para los chinos, fue utilizada para el ‘latido cardíaco desordenado'», dijo Li Guirong, profesor de cardiología en la Universidad de Hong Kong.