La limitación auditiva y para articular palabras no es una condición que impida desarrollarse, aprender un oficio e insertarse en el mercado laboral a los cientos de jóvenes y menores con estas dificultades, admitidos en el Instituto de Ayuda al Sordo, Santa Rosa.
Esta es la evidente realidad observada en dicha institución, la cual durante 40 años se ha dedicado a acoger pequeños con restricciones acústicas, a quienes forma desde el nivel inicial hasta el secundario.
Todos los admitidos egresan como técnicos en informática y muchos van al mercado laboral mediante acuerdos firmados con distintas empresas, entre estas Orange Dominicana. Otros buscan trabajo por cuenta propia e incluso han conseguido contrato laboral en el extranjero.
Para la enseñanza el centro cuenta con un equipo de docentes especializados en la instrucción de jóvenes con tales dificultades; además, posee un grupo de sicólogos terapeutas que ayudan en el reforzamiento de los vocablos que tienen más dificultad para pronunciar.
Las aulas están ambientadas de acuerdo al nivel de enseñanza y los grupos no sobrepasan los 10 miembros, cantidad recomendada para trabajar con quienes presentan esta condición.
Por la gran demanda de admisiones, según explicó la subdirectora y jefa de terapia, Casilda Jiménez, integraron unos dos grupos con 17 alumnos cada uno.
Dentro de su ciclo de formación adiestran en deporte y educación física. Para los más grandes poseen una cancha, en la que practican baloncesto y otras disciplinas; mientras que los chiquitines cuentan con un jardín infantil donde juegan bajo la vigilancia de un profesor.
Aunque el personal administrativo, encabezado por Consuelo Saviñón, administradora, la directora académica Onelia Aybar y la subdirectora Jiménez, hacen el esfuerzo necesario para mantener en marcha el Instituto, no todo es color de rosa, porque los recursos que reciben no son suficientes para cumplir cabalmente su programa de trabajo.
Del presupuesto requerido para operar durante un año, el gobierno solo aporta el 25%, el 75% restante es suplido con aportes de empresas y la ONG internacional, CBM de Alemania, que además de recursos económicos le ha donados vehículos, una planta eléctrica y equipos para el Centro Audiológico, dependencia de la institución donde se verifica el avance y la mejoría de la dificultad auditiva de los niños.
De acuerdo al personal administrativo, las donaciones recibidas han sido mermadas en los últimos años, porque las empresas han reducido sus presupuestos para ayudas.
Una de las partes más significativas exhibidas por el centro es la creación, hace siete años, del laboratorio de informática, el cual fue equipado con 10 computadoras por el Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (INDOTEL).
Igualmente, recibieron una donación de 10 computadoras del Senado de la República, las cuales no han sido instaladas porque requieren una ampliación de las redes de internet, según explicó la profesora Nayvis Pérez, encargada del curso de informática.
“El trabajo se hace aunque faltan recursos, realmente estamos tratando de manejar la situación y no nos hemos visto en la necesitad de limitar las admisiones”, comentó la subdirectora Jiménez.
Todos los alumnos son trasladados en vehículos facilitados por el centro, en tres minibuses de 36 pasajeros y dos de 15. Los alumnos provienen de familias muy pobres residentes en distintos sectores de la capital.
El Instituto de Ayuda al Sordo, Santa Rosa, recibe ingresos adicionales a través de los servicios ofrecidos a particulares en el Centro Audiológico Dominicano, dirigido por Ivelisse Suberví, donde acuden personas de distintos estratos sociales en busca de asistencia especializada.
Aquí, además, venden audífonos y tapones para ruido y natación, entre otros accesorios. Igualmente, fabrican los moldes para los audífonos.
Entre otros servicios ofrecen: atenciones en oídos, nariz y garganta, estudios con tonos y palabras, timpanometría, emisiones contra acústica y lavados de oídos.
Un estudio muy importante realizado allí es el denominado “potenciales evocados auditivos del tallo cerebral”, por el cual solo cobran RD$3,000, a diferencia de otros consultorios donde el costo está entre RD$6,000 y RD$9,000.
Este prestigioso Instituto está representado por un patronato que integran personas encargadas voluntariamente de gestionar los recursos, gracias a los cuales se mantiene funcionando. Está ubicado en la calle Luis F. Thomen #616, en la capital y para cualquier colaboración puede llamar al teléfono 809-531-8653.
