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Recuerdo de Miami, Florida- segregación racial

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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De mi bitácora

El 20 de enero de 1950 fui trasladado a prestar servicio a bordo del vapor de pasajeros Nuevo Dominicano. El día 25 atracamos al muelle #3 en Miami. Es la primera vez que llego a territorio Norteamericano. El día 27 solicite permiso al capitán John Percival para pasar el día en la playa. Al entrar a la guagua leo: los negros sentarse atrás. Ordenanza municipal. El chofer notó mi desagrado y semi sonrió. Sintiendo un fuerte desencanto caminé para sentarme, saludé y no me contestaron. Pensé al lado de esta gente no me siento. Al llegar a la parte atrás salude, una señora y dos señores con muestra de educación me corresponden. Estos eran negros.

Sentado al lado de un señor comencé a escribir la increíble resolución de segregación contra la raza negra. Estoy sintiendo una incontenible tribulación, detengo el lápiz. Dos gotas del líquido salado producido por dos glándulas situadas bajo los palpados, encima de los glóbulos oculares que humedece, la conjuntiva y penetra en las fosas nasales por las cúrunculas lacrimales, cayeron sobre la escritura. Mi interior no soportaba el repudio al otro yo, al hermano en Cristo. Estoy más que sorprendido con la gente que había leído poseedora de una avanzada civilización. Y prohibía lo que corresponde de derecho. Maltrata la convivencia humana. Odian las relaciones por el color de la piel.

En el silencio interior me pregunté ¿Qué haría Cristo en este país? Levanté la mirada y el señor que estaba a mi lado me dice: joven nosotros los ignoramos, no entienden, están perdidos. Dios tiene su tiempo y manera de responder a los hombres. Comprendí y le dije: pero van a las guerras juntos a defender este país. Y me dice sí, morimos juntos y nos entierran en el mismo cementerio de Arlington, pero, como vez en lo cotidiano nos repudian y nos tratan con firme desprecio. La guagua se detuvo frente a un hotel. Nos despedimos con un fuerte apretón de manos y el señor me dijo: joven paciencia, Dios te bendiga. Le entregué una sonrisa con ternura, gracias señor. Me quedé parado en la acera despidiéndome con el brazo levantado mientras la guagua se alejaba, él por la ventana me miraba moviendo la mano.

En la playa no había ninguna persona de color negro. Nadé bastante, corrí por la arena, nada de sombra de cocoteros, sí muchos paraguas. Los bañistas en su gran mayoría son de edad avanzada. Leen, conversan disfrutando del sol.

Regresé al barco inundado de tristeza, cuando acomodé la cabeza en la almohada, como siempre navegué lo recorrido en el día para enmendar mis faltas y corregirme. Solo veía: “los negros sentarse atrás”. Como de costumbre me dormí conversando con Dios.

Miami no me invita a pasear, niega la igualdad, la prohíbe, esto es aberrante de lo natural, lo lógico. La salida del barco era ir a leer a la Asociación de Jóvenes Católicos y al parque frondoso con las revistas Carteles y Bohemia, publicadas en Cuba. También escuchaba los discursos de Raúl Chibas, líder del Partido Ortodoxo Cubano. Fue impresionante cuando él se suicidó mientras hablaba por la radio.

Han pasado sesenta y dos veranos de aquella amarga lección. Hoy nueve de marzo de 2012 al abril el libro Meditaciones sobre conversaciones con Dios. Escrito por Neale Donald Walsch, leo marzo 9: las relaciones son una prueba constante, constantemente invitan a crear, expresar y experimentar las más elevadas facetas de ti mismo, Las mayores visiones de ti mismo, la más magnificas versiones de ti mismo”.

Nuestro invitado de hoy, Francois Marie Arouet Voltaire: “El tiempo es justiciero y pone cada cosa en su lugar.

El autor es vicealmirante retirado de la Marina de Guerra.

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