El excandidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Hipólito Mejía, hizo lo correcto al “reconocer” el triunfo de sus adversarios durante el proceso electoral del pasado domingo 20 de mayo, aunque el discurso no era lo que muchos perredeístas deseaban; pero, tampoco lo que el gobierno esperaba.
Sin duda, Mejía actuó con inteligencia y atenuó la incertidumbre y tensión existente entre la población; su discurso generó convencimiento, con palabras adecuadas.
Conocedor como el que más de aquellas cosas que en política no se ven, el expresidente de la República hizo lo que más le convenía al pueblo dominicano, aunque esto se anteponga a sus propios intereses personales.
Los 2, 129,991 votos que recibió el PRD durante los comicios del domingo lo reivindican como el partido más grande y fortalecido de la República Dominicana y Mejía tuvo en cuenta que cualquier palabra descompuesta podía generar un estado de sitio en la nación.
La Policía había acuartelado a la mitad de sus miembros, los negocios cerraron temprano, varias universidades suspendieron la docencia; pero, afortunadamente, el expresidente estuvo a la altura que le correspondió, sin dejar de denunciar que hubo violaciones y abusos en su contra durante la campaña en la cual compitió en condiciones muy desfavorables.
Hipólito Mejía se crece como político, hombre de familia y ser humano, por encima de mezquindades, traiciones y maldades.
